Con
todo la visión general que hemos dado en los cuatro artículos anteriores, vemos
que a lo largo de la historia se han explicado los grandes misterios de la
humanidad a través de símbolos, de figuras geométricas y de números. Hay una
relación completamente directa entre todo lo anterior, y todo número tiene
asociado figuras determinadas, y toda figura puede ser simbólica y
representativa de principios genéricos que evocan conceptos más abstractos y
complejos. Afortunadamente, el ser humano, si trabaja desde los niveles y
formas adecuados, puede llegar a despertar la comprensión de estos conceptos
aun a nivel intuitivo, ya que se encuentran imbuidos en lo más profundo de
nuestra psique.
Entonces,
¿cómo podemos empezar a despertarlos? Con unos simples ejercicios de
visualización relacionados tanto con números como con símbolos y de los cuales
os pongo algunos ejemplos a continuación, para que probéis en casa. Todos ellos
nacen de la geometría sagrada, a partir de las figuras primarias que hemos
visto, tales como el punto, el círculo, la vesica piscis, etc. Estos ejercicios
que os describo, suelen necesitar entre tres y siete días de realización
continua para que tengan algún mínimo efecto, por lo que por ejemplo, se hace
la primera visualización tres o cuatro días seguidos, luego la segunda otro
tanto, luego la tercera otro tanto, etc. Y vais anotando por vuestra cuenta que
efectos percibís o cambios se puedan notar intuitivamente en la expansión de
vuestra conciencia.
El
punto que se convierte en esfera
Si
en el inicio de la Creación, de una singularidad nace todo lo que existe,
visualicemos ahora ese proceso y despertemos esa “conexión” con la Fuente desde
nuestra psique. Para hacer esto, hemos de visualizar los pasos siguientes según
tenéis en el dibujo y tal y como os explico abajo:
Aquí
el ejercicio consiste en imaginar un punto, y a partir de él, como surge una
espiral, que se convierte en un círculo, y finalmente en una esfera de color
blanco tridimensional. Hemos de visualizar estos pasos sin mirar los dibujos,
evidentemente, pues se trata de “activar” este principio arquetípico en nuestro
subconsciente, durante unos cinco minutos, para todo el proceso de los cuatro
pasos.
La
dualidad
El
segundo gran concepto y principio arquetípico que vamos a trabajar es el basado
en la dualidad, una cualidad que percibe el ser humano por su configuración
energética y genética, ya que así fuimos creados para percibir el universo en
el que existimos. Así, basado en el número 2, se representan los opuestos, los
complementarios, la necesidad de la unión, y usaremos el símbolo del Yin y el
Yang que todos conocéis. Para ello, se visualiza primero la esfera blanca del ejercicio
anterior, pasando a visualizar las dos partes como veis en el dibujo, y luego
insertando las esferas de la polaridad contraria en cada una de las partes.
Como ya sabéis, esto indica que en cada polaridad existe una porción de la
polaridad contraria. La visualización también debe durar máximo unos cinco
minutos o menos.
La
trialidad
La
tercera visualización tiene que ver con el ternario, el tres como elemento, las
tres fuerzas de la creación: la activa, la pasiva y la neutra, también la trinidad,
suma de los creadores (dualidad) y lo creado. Existen muchas trinidades en las
decenas de culturas que hay en el planeta, la cristiana de: Padre, Hijo y
Espíritu Santo; la Hindú: Brama, Visnú y Shiva; la Egipcia: Osiris, Isis y
Horus; la Celta: vida, muerte y renacimiento, y así muchas otras. Casi todas
simbolizan un principio, un desarrollo y un fin y la figura que lo representa
es el triángulo. Visualizaremos pues un triángulo equilátero, de ángulos
iguales, luego hemos de imaginar cómo se transforma en una Triqueta o nudo
celta, un antiguo símbolo de esta tradición que representa, entre otras cosas,
el número tres. Esta triqueta es un símbolo que tiene una antigüedad de más de
5.500 años, y, en mitología celta, es la representación de la parte femenina
del universo y de las tres fuerzas de la naturaleza: tierra, agua y aire.
La
materia
El
siguiente ejercicio y cuarta visualización tiene que ver con el cuaternario, un
número relacionado con la materia, lo sólido, los fundamentos de lo Creado, etc.
En este caso, el ejercicio consiste en imaginar una cruz griega, es decir, de
brazos idénticos, luego un cuadrado con esa cruz inscrita dentro del cuadrado,
para después ver la figura que veis en el gráfico inscrita de manera tenue en
el cuadrado, por último, veremos sólo figura final. Dicha figura es una
representación ancestral de lo que el cuatro significa, el cual se repite en
muchas culturas pero que en la que es más característica es en la Celta
también.
El
hombre en busca de su crecimiento personal
Y
como último ejercicio de visualización, vamos a trabajar ahora con un símbolo
asociado al número cinco, y relacionado con el arquetipo del ser humano ideal,
el hombre en busca de la perfección. Empezamos visualizando en nuestra mente un
pentágono como el que veis en el dibujo, luego visualizamos una estrella
inscrita en el pentágono, después visualizamos las zonas del pentagrama que se
oscurecen para luego dar forma a un cáliz, para, en el quinto paso, verse sólo
el cáliz. El pentagrama, en este caso, simboliza también el hombre renacido, la
persona nueva, aquel que, realizando un camino de crecimiento en su
microcosmos, refleja en su vida el símbolo del universo y su eterno crecimiento
y expansión.
En
este caso, hemos de imaginar siempre la estrella con la punta hacia arriba, y
el cáliz, en este ejercicio, es un símbolo, que, en esta ocasión, representa el
cuerpo humano como contenedor de la sustancia divina, el ser, la mónada, la
esencia.
Con
estos pequeños ejercicios y la introducción que hemos hecho a la GS y el
simbolismo de los conceptos que explican el universo en el que vivimos, podemos
empezar a hacer resonar en nuestro interior la parte de nuestra psique, que,
conectada a los planos superiores de donde estos principios arquetípicos se
imbuyen en formas más concretas (desde el primer sub-plano del plano causal-
parte alta del plano mental, hasta el sub-plano más inferior del mismo plano
mental), y podemos empezar a establecer puentes con esos otros mundos
superiores donde no se trabaja con palabras, sino con símbolos, y donde nos
entendemos a través de ellos, porque proveen de todo el conocimiento y
entendimiento que nuestro ser ya tiene, pero que debe y puede ser transmitido a
la personalidad del cuerpo humano, para que este empiece a expandir su esfera
de conciencia y empiece a conectar con aquello de donde todos venimos, hablando
en su mismo idioma, que es, como no, el de símbolos y arquetipos.
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