domingo, 21 de agosto de 2011

Planeta oscuro Un oscuro planeta alienígena

Por Javier Peláez

Cada vez que aparece en escena la frase "la ciencia avanza demasiado
despacio", me vienen a la cabeza los recientes descubrimientos sobre
exoplanetas. Durante miles de años tan solo hemos conocido esta clase de astros que no emiten luz en nuestro vecindario: Mercurio, Venus, Marte, Júpiter... Un puñado de cuerpos celestes orbitando en nuestras cercanías y poco más.

En octubre de 1995, el equipo de Michel Mayor y Didier Queloz encontró por primera vez un planeta fuera de nuestro sistema solar. Aquel descubrimiento abrió la veda y, en la actualidad, raro es el día en que no conocemos un nuevo mundo desconocido. Desde aquel primer exoplanetas de hace solo unos años, al que llamaron 51 Pegasi b, se han encontrado más de 600 confirmados.
¿No es sorprendente que hayan pasado miles de años sin saber nada de ellos y de repente, en menos de dos décadas, nos encontremos con algo más de seiscientos mundos desconocidos, cada uno de ellos más sorprendente que el anterior?

[Relacionado: ¿Y si nuestro universo es solo uno más?]

La última sorpresa nos ha llegado hace unos días. Los medios lo han
bautizado oficialmente como "the black alien world" y podría servir
perfectamente de escenario para una buena película de ciencia ficción:
El planeta oscuro.

Este misterioso astro se encuentra en la órbita de la estrella GSC
03549-02811, situada a unos 750 años luz de nosotros. Es tan oscuro que solo refleja un 1% de la luz que recibe. El planeta se llama TrES-2b, un gigante gaseoso con una masa similar a nuestro Júpiter y, aunque se localizó en 2006, lo que ahora hemos descubierto ha dejado boquiabiertos a los científicos.

David Kipling y David Spiegel, astrónomos del Centro Astrofísico
Harvard-Smithsonian, describían en la web de la NASA cómo este "objeto celeste refleja menos luz que la pintura acrílica negra. Un planeta más negro que el carbón, un verdadero planeta oscuro alienígena".

Aun así, TrES-2b no es absolutamente oscuro ya que, al encontrarse muy cerca de su estrella, su temperatura es tan alta que emite una débil luz rojiza del mismo modo que lo harían unas brasas o una estufa eléctrica. Para darle más emoción, su órbita es tal que siempre ofrece la misma cara hacia su sol, algo parecido al funcionamiento de nuestra Luna. Todavía es pronto para afirmar cómo funciona o cuál es la causa que provoca esta sorprendente oscuridad; sin embargo, se trata de uno de los más inquietantes mundos que día a día vamos descubriendo.

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