UN ESPACIO PARA EL CONOCIMIENTO DEL SER, SU ESPIRITUALIDAD Y EL DESARROLLO MENTAL A TRAVÉS DE SU TRANSFORMACIÓN
lunes, 17 de diciembre de 2012
LAS PIRAMIDES MAYAS: INSTRUMENTOS CIENTIFICOS
LAS PIRÁMIDES ERAN PUNTOS FOCALES PARA OBSERVAR EL SOL Y DEVELAR CÓMO SE AJUSTA EL ESPACIO A PROPORCIONES SAGRADAS
Las pirámides que construyeron eran sofisticados instrumentos científicos. Los astrónomos mayas utilizaron su Templo Máximo –la pirámide principal de sus más importantes ciudades estado– como punto focal para observar, registrar y construir a su alrededor un espacio sagrado desde el cual estudiaron el Sol. Buscaban construir un modelo mental que les permitiera comprender cómo funcionaba el Universo. Ese punto focal era el centro de varias esferas que operaban a distintas escalas. De esta manera verificaron la existencia de un orden escalar. Un patrón irregular, no simétrico, que se repetía a distintas escalas, en el que cada una de sus partes era proporcional a todas las demás y conservaba fielmente sus mismas características esenciales.
Hoy llamamos un fractal a ese tipo de orden escalar. El modelo del Universo maya estaba modelado y organizado por fractales. Ellos confirmaron la existencia de unas Proporciones Geométricas Divinas que condicionan las formas y que son constantes en múltiples escalas de la realidad. Esta repetición genera patrones similares y recurrentes a distintas escalas. Un Orden Supremo que genera un enorme espacio sagrado en cuyo interior anida todo lo que existe. En donde se conecta lo micro con lo macro, la tierra con el cielo, el hombre con El Todo. Un orden fractal que permite establecer correspondencias entre lo que está Arriba y lo que está Abajo; entre lo sutil y lo denso en la escala vertical de la realidad. Un orden espacial que también es jerárquico. Donde lo de arriba, lo sutil, determina lo de abajo, lo denso.
Sólo tres códices sobrevivieron la quema realizada por el fraile Diego de Landa en Yucatán, en la que se perdieron miles de documentos mayas. Curiosamente los tres constituyen la prueba de sus conocimientos astronómicos. El Códice Dresde, el “Kumatzim Wuj Jun”–como lo llamaban los mayas– contiene cálculos que relacionan los movimientos de la Luna, el Sol y la Tierra. Es una banda de papel pintada por las dos caras, fabricada con fibras de la corteza de la higuera. Tiene 78 secciones de 8,5 x 20,5 cms. Desplegado mide 3,5 metros de largo. Las tablas astronómicas inscritas demuestran que sabían que la Luna orbitaba la Tierra y que en ese recorrido se interponía cíclicamente entre ésta y el Sol, eclipsando sus rayos. También sabían que la Tierra eclipsaba cíclicamente la Luna llena, porque esos mismos códices relacionan eclipses solares y lunares, con ceremonias a sus divinidades y con los ciclos de lluvias. El Códice Dresde demuestra cómo se dedicaron –desde lo alto de sus pirámides– a diferenciar y a individualizar cada día del año. A determinar el tipo y la cantidad de energías que recibía la Tierra cada día, estudiando la posición de las distintas fuentes que la irradian y su relación con el planeta.
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