domingo, 15 de noviembre de 2015

Seth ~ Dramas de reencarnación.






(Jane comenzó a, hablar a buen ritmo, con voz regular aunque con alguna pausa.)

Buenas noches.

(–Buenas noches, Seth.)

Empezaremos ahora nuestro próximo capítulo. Es, creo, el número cuatro.

(–Sí.)

Vuestro entorno contiene muchas más cosas de lo que podéis suponer. Anteriormente me he referido a vuestro entorno en cuanto a la existencia física diaria y sus alrededores con los que estáis conectados normalmente. En realidad, sólo sois conscientes de una pequeña parte de vuestro entorno, que es mucho más amplio y extenso. Considerad a vuestro ser actual como el actor de una obra de teatro; no es una analogía nueva, pero es apropiada. La acción transcurre en el siglo XX. Vosotros creáis los accesorios, el decorado, el tema; de hecho escribís y producís la totalidad de la producción y actuáis en ella, vosotros y cualquier otra persona que tome parte en ella.

Sin embargo, estáis tan concentrados en vuestros papeles, tan interesados por esa realidad que habéis creado, tan implicados en los problemas, retos, esperanzas y penas de vuestro papel, que habéis olvidado que se trata de vuestra propia creación.

Ese drama tan intenso y conmovedor, con todas sus alegrías y tragedias, se puede comparar a vuestra vida actual y su entorno, tanto a nivel individual como general.

Pero existen otras obras simultáneas en las que también actuáis vosotros. Esas tienen también su propio escenario, sus propios accesorios. Suceden en distintas épocas. Una se podría llamar «La vida en el siglo XII d.C.», otra «La vida en el siglo XVIII» o «en el año 500 a.C.» o «en el 3000 d.C.». También sois vosotros los que creáis esas obras y actuáis en ellas. Sus decorados representan vuestro entorno, el entorno que rodea la totalidad de vuestra personalidad.

Me estoy refiriendo a la parte vuestra que actúa en la obra correspondiente a esta época en particular, y esa porción de vuestra personalidad total está tan enfocada en ese drama, que no sois conscientes de aquellos otros en los que también tenéis un papel. No entendéis vuestra propia realidad multidimensional; por eso parece extraño e increíble cuando os digo que vivís muchas existencias a la vez. Os resulta difícil poder imaginar el hecho de que sea posible estar en dos lugares al mismo tiempo, e incluso aún más difícil en dos o más épocas o siglos.

(Pausa a las 21.24.) Para decirlo de una manera simple, el tiempo no consiste en una serie de momentos. Las palabras que pronunciáis, los actos que realizáis parecen tener lugar en el tiempo, al igual que una silla o una mesa parecen ocupar un espacio. Esas apariencias, sin embargo, forman parte de la complicada escenografía que habéis preparado con «antelación», y tenéis que admitirlas como reales dentro de la obra.

Las cuatro de la tarde, por ejemplo, resulta una referencia muy cómoda. Podéis decirle a un amigo: «Nos vemos a las cuatro en la esquina», o en un restaurante, para tomar una copa, comer o charlar, y vuestro amigo sabrá exactamente dónde y cuándo encontraros. Aunque «las cuatro de la tarde» no tiene un significado básico, os entenderéis porque es una designación acordada (un acuerdo entre caballeros, si así lo preferís). Si vais al teatro a las nueve de la noche, pero la acción transcurre en la mañana y se ve a los actores tomando el desayuno, lo aceptáis como el tiempo de la obra y también vosotros fingís que es por la mañana.

Todos vosotros formáis parte de una producción mucho mayor en la que todos os habéis puesto de acuerdo sobre ciertas presunciones básicas, que sirven como estructura dentro de la que transcurre la obra. Esas presunciones son que el tiempo es una serie de momentos correlativos, que existe un mundo objetivo independientemente de vuestra propia creación y de la percepción que tenéis de él; que estáis estrechamente vinculados al cuerpo físico que habéis recibido, y que estáis limitados por el espacio y el tiempo.

(21.35.) Otras presunciones aceptadas por la misma razón incluyen la idea de que toda percepción os llega a través de los sentidos físicos; en otras palabras, que toda la información nos llega desde fuera y que no hay información que provenga de dentro. Por consiguiente, estáis obligados a concentraros intensamente en la acción de la obra. Ahora bien: esas distintas obras, esas piezas de época creativas, representan lo que vosotros llamaríais vuestras vidas de reencarnación.

Básicamente existen todas a la vez, pero a aquellos que aún estáis envueltos en esos cursillos de obras pasionales tremendamente complicados llamados existencia de reencarnación, os resulta difícil ver más allá de ellos. Otros que descansan entre producción y producción, por así decirlo, tratan de comunicarse con los que están actuando; pero ellos mismos están aún entre bastidores y sólo alcanzan a ver hasta una cierta distancia.

Las obras parecen sucederse unas tras otras, y por eso esas comunicaciones parecen intensificar la falsa idea de que el tiempo consiste en una serie de momentos que se suceden en línea, desde un principio inconcebible hasta un final igualmente inconcebible.

¿Tienes los dedos cansados?

(–No. –Eran las 21.42.)

Eso os induce a pensar en un progreso muy limitado, tanto desde el punto de vista individual, como con respecto a vuestra especie como un todo. Entonces aquellos de vosotros que incluso consideran la reencarnación, pensáis: «Bueno, ciertamente la raza ha progresado desde la Edad Media», aunque en el fondo teméis que no ha sido así; o miráis el progreso tecnológico y decís: «Al menos en esa dirección hemos llegado muy lejos.»

Podéis reíros y pensar que es difícil imaginar a un senador romano dirigiéndose a la multitud a través de un micrófono, o a sus hijos viendo su actuación por la televisión. Pero todo esto sólo alimenta la confusión. El progreso, tal como lo consideráis vosotros, no existe, ni tampoco el tiempo.

En todas las obras, tanto individualmente como en grupos, suelen surgir distintos problemas. Se puede medir el progreso según la manera particular en que esos problemas se resolvieron o no. En ciertos períodos se ha avanzado mucho; por ejemplo, hubo importantes consecuencias que vosotros quizá no consideraríais progreso.

Podéis tomaros un descanso.

(21.51. Jane salió del trance con rapidez. «¡Vaya! Seth tiene un montón de cosas que decir sobre este tema; puedo sentirlo aquí arriba –dijo tocándose la frente–, A cada momento recibo una gran avalancha de algo que me resulta difícil poner en palabras. ¿Sabes lo que quiero decir? Pero él nos los va a desvelar.»)

(«Es curioso –continuó–. No me sentía especialmente psíquica esta noche, pero el material es bueno. Ya ha pasado otras veces. Cuando hay aquí alguien que no me gusta, o que por alguna razón me hace desconectar, no es posible mantener la sesión; el material no viene. Pero no tengo necesidad de sentirme especialmente psíquica cuando estamos solos; el material aparece a pesar de todo y es siempre bueno.»)

(Jane continuó a ritmo más lento a las 22.15.)

Bien. Por cierto (jocoso), esto no necesitas anotarlo. Mis «Bien» al comenzar una frase son como para daros la entrada, y no necesariamente deben estar en el guión.

(–De acuerdo, entiendo.)

Bien (jocoso y más alto): en algunas obras, hablando de manera general, los actores trabajan en lo que parece una porción de un minuto de duración de un problema mucho mayor, que la obra resolverá por sí misma.

Aunque aquí utilice la analogía de un drama, esas «obras» son hechos totalmente espontáneos en los que los actores tienen total libertad dentro de la estructura de la obra. Y, para garantizar esas presunciones de las que hemos hablado, los ensayos no existen. Hay observadores, como podréis ver más adelante en nuestro libro. Como en las buenas producciones teatrales, hay un tema central en cada obra. Los grandes artistas, por ejemplo, no aparecieron en un tiempo particular simplemente porque nacieron allí o (porque) las condiciones eran favorables.

(Según Seth, todo individuo escoge el tiempo y el lugar de cada «vida» de su ciclo de reencarnación.)

La obra en sí misma tiene como finalidad la realización de la verdad intuitiva en lo que vosotros llamaríais forma artística, con una creatividad de resultados tan amplios y abrumadores que estimulan las capacidades latentes en cada actor y sirven como modelo de comportamiento.

Los períodos de renacimiento –artístico, espiritual o psíquico– ocurren porque aquellos que forman parte del drama dirigen su intenso foco interno hacia esas metas. El reto puede ser diferente en cada obra, pero los grandes temas sirven de faro a todas las consciencias. Sirven como modelo.

(22.17.) El progreso no tiene nada que ver con el tiempo, sino con el enfoque psíquico y espiritual. Toda obra es completamente diferente de cualquier otra. No es correcto, por tanto, suponer que vuestros actos de esta vida estén causados por una existencia previa o que se os esté castigando en esta vida por crímenes de una vida pasada. Todas las vidas son simultáneas.

Vuestra personalidad multidimensional está tan bien dotada que puede tener todas esas experiencias a la vez y mantener su identidad. Pero no cabe duda de que las distintas obras en las que aparece la afectan. Hay comunicación instantánea o, si lo preferís, un sistema instantáneo de retroacción.

Rara vez estas obras carecen de propósito. En ellas la personalidad multidimensional aprende a través de sus propios actos; pone a prueba una variedad infinita de posturas, patrones de comportamiento y actitudes, y como resultado hace cambiar a otros.

La palabra «resultado» como podéis ver, sugiere automáticamente causa y efecto; la causa ocurriría antes que el efecto, y esto es sólo un pequeño ejemplo de la fuerza que tienen las distorsiones y de las dificultades inherentes al pensamiento verbal, pues implica siempre un esquema de vía única.

(22.26.) Vosotros sois el ser multidimensional que tiene todas esas existencias, que crea esas obras de pasión cósmica y toma parte en ellas, por así decirlo. Pero, como sólo enfocáis vuestra consciencia en ese papel actual en particular, identificáis a la totalidad de vuestro ser con él. Existe una razón por la que habéis establecido esas reglas. La consciencia está siempre en estado de transformación, y debido a ello el ser multidimensional del que hablo no es una estructura psicológica completa y acabada, sino que también está en continua transformación.

Está aprendiendo el arte de la realización. Contiene en él infinitos recursos de creatividad, ilimitadas posibilidades de desarrollo, pero aún le queda por aprender la manera de realizarse y debe encontrar en su interior la manera de dar forma a esas creaciones no reveladas que tiene dentro.

(22.32.) Por tanto, crea una gran variedad de condiciones en las qué operar, y crea también sus propios retos, algunos de los cuales están –según vuestros términos– condenados al fracaso, al menos inicialmente, porque antes debe crear las condiciones para poder producir nuevas creaciones. Y todo esto se hace con gran espontaneidad e infinita alegría. (Pausa.)

Por eso creáis muchos más entornos de los que sois capaces de percibir. Ahora bien: todo actor que está actuando en su papel enfocado en la obra, tiene un guión interno. No se ve abandonado en una obra cuya propia creación ha olvidado: posee el conocimiento y la información que le llegan a través de los sentidos internos.

(Larga pausa a las 22.39.) Tiene, por tanto, otras fuentes de información además de las que se le han dado en los confines estrictos de la producción. Todos los actores lo saben intuitivamente, y hay períodos programados dentro de la obra donde se permite a los actores retirarse para poder renovarse. En ellos, sus sentidos internos le informan de sus otros papeles, y él se da cuenta de que es mucho más que el ser que aparece en una obra concreta.

Durante esos períodos comprende que fue él quien escribió la obra y que está libre de aquellas presunciones que lo atan cuando está implicado en las actividades del drama. Esos períodos, por supuesto, coinciden con vuestro dormir y las condiciones de los sueños; pero hay también otras ocasiones en las que cada actor ve con bastante claridad que está rodeado de decorados, y en las que su visión consigue traspasar la aparente realidad de la producción.

(22.44.) Eso no quiere decir que la obra no sea real, o que no debiera ser tomada en serio; significa que está ejecutando un papel, un papel importante. Cada actor debe darse cuenta por sí mismo de la naturaleza de la producción y del papel que tiene en ella. Debe poder realizarse a sí mismo fuera de los confines tridimensionales de los decorados de la obra.

Existe una gran cooperación en esas producciones transcendentales, y al hacer su papel cada actor se realiza a sí mismo dentro de la realidad tridimensional. El ser multidimensional no puede actuar dentro de la realidad tridimensional hasta que consiga materializar en ella una porción de sí mismo. ¿Me comprendes?

(–Sí.)

En esa realidad, él produce todo tipo de creatividad y desarrollo que de otra manera no podrían aparecer. Debe entonces proyectarse a sí mismo desde ese sistema a través de otro acto, otra realización de la parte de sí mismo que es tridimensional.

Durante su existencia tridimensional ha ayudado a otros que no podrían haber sido ayudados de otra manera, y se ha beneficiado a sí mismo y desarrollado hasta un extremo que habría sido imposible de otro modo.

Os sugiero un descanso.

(22.55. El trance de Jane había sido profundo. Continuamos a las 23.02.)

Por consiguiente, poseéis en vuestro interior el significado de la obra. Es sólo vuestra porción consciente la que actúa tan bien, la que está enfocada firmemente dentro de los decorados de la producción.

El propósito de cualquier vida concreta está disponible para vosotros: es el conocimiento que yace bajo la superficie del ser consciente que conocéis. También tenéis a vuestra disposición todo tipo de pruebas y señales, y el conocimiento de la totalidad de la personalidad multidimensional. Cuando os dais cuenta de ello, ese conocimiento os permite resolver rápidamente vuestros problemas o enfrentar los retos que os habéis marcado, y también os abre otras áreas de creatividad con las que puede enriquecerse la totalidad de la obra o de la producción.

(23.08.) Por tanto, en la medida en que permitáis que las intuiciones y el conocimiento del ser multidimensional fluyan a través del ser consciente, no sólo actuaréis en vuestro papel con más eficacia, sino que añadiréis nueva energía, intuiciones y creatividad a la totalidad de la dimensión.

Por supuesto, ahora os parece que vosotros sois la única parte consciente de vuestro ser, porque os identificáis con el actor de esa producción concreta. Sin embargo, también lo son otras porciones de vuestra personalidad multidimensional que actúan en esas otras obras de reencarnación. Y, debido a que sois una consciencia multidimensional, «vosotros» también sois conscientes en otras realidades.

Vuestra personalidad multidimensional, vuestra verdadera identidad, vuestro “yo” real es consciente de sí mismo, por sí mismo, en cada uno de esos papeles.

Final del dictado. Concededme un momento.

(Después de una pausa, Seth continuó dándonos la respuesta a dos preguntas personales.)

¿Tenéis alguna pregunta más?

(–No, supongo que no. Se está haciendo tarde.)

Entonces daré por terminada la sesión, con mis más cariñosos saludos para ambos, por supuesto.

(–Buenas noches, Seth, y gracias.)

(23.24. La producción del libro de Seth formaba parte natural de nuestra estructura de trabajo ahora. Él estaba comenzando a desviarse un poco del esbozo que nos había dado en la sesión 510 del 10 de enero de 1970, pero eso era algo que esperábamos. «Seth estaba a sus anchas», dijo Jane. Mucha gente había oído hablar del libro ahora.)

(Una nota añadida posteriormente: Excepto en una ocasión, Seth transmitió muchos más capítulos después de esta sesión antes de que Jane volviese a leer el libro otra vez.)


SESIÓN 521, 30 DE MARZO DE 1970 - 21.08 LUNES
Extracto de LA ETERNA VALIDEZ DEL ALMA - HABLA SETH por JANE ROBERTS





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