Con la primera de ellas vamos a entrar en contacto
con la misma Luz de Dios, que entra en el canal de luz de la persona que
efectúa la sanación para ser repartida por todo el organismo de quien la
recibe. Esta técnica era conocida en la antigüedad como Reiki Usui
Tibetano y se impartía en las Escuelas de Misterios del antiguo Egipto con
el fin de despertar el poder de sanación en los discípulos que acudían a ellas
para desarrollarse como seres completos a la espera de ser iniciados en los
Misterios de la Naturaleza humana y divina. Y una vez alcanzado su propósito de
evolución personal, se embarcaban en una nueva aventura de carácter mágico que
consistía en salir fuera de sus cuerpos para realizar viajes astrales
dentro del cuerpo de luz que habían conseguido crear con sus disciplinas
espirituales. La técnica que se utilizaba entonces, era muy diferente a la que
se ha puesto de moda para este tipo de viajes, en los que no se contempla la
salida del cuerpo utilizando como vehículo el cuerpo de luz sino
el cascarón astral que se desprende del cuerpo al momento de entrar
en el sueño. Este viaje resulta peligroso porque no se es consciente de lo que
se pretende conseguir con él y se entra en conflicto con el deseo inconsciente
de salir del cuerpo como experiencia lúdica que a nadie beneficia y mucho menos
a quien la realiza.
La diferencia entre ambos tipos de viajes tiene que ver
con el desarrollo interno que se ha logrado conseguir en relación al cambio de
paradigma en el que se debate la sociedad, entre lo que se conoce como
pérdida de la propia identidad para entrar a formar parte de un grupo social
más amplio en el que hay cabida para todos sin discriminación. La
conciencia de luz que se requiere desarrollar para llegar a esta comprensión de
la unidad de todos los seres humanos, es la que permite desentrañar el misterio
del viaje en el tiempo sin necesidad de desplazarse del lugar en el que se
está, sin peligro de ser interferido en el camino por energías indeseables que
se apoderan de la voluntad de quien realiza el viaje sin haber recibido el
permiso de su Ser Superior para entrar en el mundo de los muertos.
La respuesta del alma a tales intentos, está fuera de
control y nada hay peor que no saber lo que el alma desea a la hora de ponerse en
contacto con el cuerpo físico, porque así es como se origina la
enfermedad, a raíz de la desconexión cuerpo y alma. Y así es como los antiguos
atlantes llevaban a cabo su poder de sanación, con las prácticas del cuerpo de
luz, que se desprendían de sus cuerpos para ir a buscar el alma de quien se
había perdido por haberse desconectado de su Ser Superior. Todo lo que los
atlantes necesitaban conocer para realizar la sanación, era lo que la persona
tenía que decir sobre sí misma, para detectar el alcance de su desvarío y poder
aplicar el remedio más oportuno a cada caso.
Y ahora vamos con otra de las técnicas más utilizadas por
ellos que era la sanación a través de la respiración también llamada sanación
pránica, donde se canaliza la
luz del éter al igual que en el caso anterior, pero esta vez dirigido al cuerpo
con el aliento de vida con la ayuda de algún cristal o simplemente con la
intención pura de subsanar el mal dentro del paciente. Lo que el poder del
aliento de vida puede desencadenar en el cuerpo físico, es la ruptura de
patrones preestablecidos de conducta y pensamiento que impiden el libre fluir
de la energía por ese cuerpo y dificultan la salida del atolladero mental
en el que uno mismo se encierra por temor a que los demás lo descubran en su
incapacidad de no poder ser como le gustaría por la falta de control de su
propia persona.
La frecuencia de sanación del Cristal de
Poder Atlante que se manifestaba en
la conciencia de cada uno de sus habitantes, dejó de hacerlo desde el momento
en que el Cristal se destruyó a consecuencia de un cataclismo cósmico que acabó
con el continente bajo el mar y dejó de ser de luz en su intención sanadora. A
la hora de recuperar el poder en el interior del alma, hay que volver a
sintonizar con el Cristal de la Atlántida para que nos devuelva el recuerdo de
lo que fuimos en aquel entonces y recuperar el patrón de sanación de todas las
enfermedades sin tener que agredir al Templo de Dios en la Tierra.
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