domingo, 17 de julio de 2011

Pensamiento único Periodista Thierry meyssan

Élites que aspiran a ser los amos del mundo:

La matriz del pensamiento único

Por Thierry Meyssan

El trabajo de Emmanuel Ratier es la única fuente al alcance del
público en general para saber qué es Le Siècle, el club elitista que
agrupa a las personalidades más poderosas de Francia. Los testimonios
que hemos podido recoger y los anuarios internos que hemos consultado
confirman todo lo que Ratier publica en su trabajo. Se trata, sin
embargo, de un autor muy maltratado por la prensa y si bien todos los
politólogos utilizan sus trabajos, ninguno se atreve a citarlos. Para
saber más al respecto nada mejor que entrevistar al hombre que más ha
estudiado el tema.

Red Voltaire | 24 de junio de 2011

Los prestigiosos salones del Automobile Club de Francia, en la
parisina Place de la Concorde, frente a la sede de la Asamblea
Nacional, son el lugar de reunión, altamente protegido, de los
miembros del club Le Siècle.

Entrevista:

Thierry Meyssan: Hasta el sol de hoy sólo existe un libro sobre Le
Siècle (El Siglo), el que usted escribió: «Au Cœur du pouvoir, enquête
sur le club le plus puissant de France» [En español, En el centro del
poder, investigación sobre el club más poderoso de Francia. Nota del
Traductor.]
Usted acaba de publicar ahora una edición actualizada y
considerablemente aumentada de ese trabajo. En su opinión, ¿por qué es
usted el único en publicar algo sobre un tema tan importante?
¿Consideran nuestros colegas periodistas que se trata de una
organización sin importancia o, por el contrario, temen fragilizar el
sistema al ponerla al descubierto?

Emmanuel Ratier: Todos los grandes medios, tanto la prensa escrita
como la radio o la televisión son propiedad o se hallan bajo el
control de los miembros de Le Siecle (Dassault, Rothschild, Bolloré,
Arnault, Lagardère, etc.) o son dirigidos por miembros de Le Siècle.
Los pocos artículos que aparecido sobre el principal, en realidad el
único club de influencia francés –Le Siècle– son artículos de
conveniencia y enteramente desprovistos de interés. Para citar un solo
ejemplo, el año pasado recibí varias veces a una reconocida periodista
económica que trabajaba para el programa Capital del canal francés de
televisión M6. Me dijo que quería dedicar un trabajo de 25 minutos al
club Le Siècle. Le abrí mis archivos, le di todos los contactos, le
entregué documentos ultra confidenciales (anuarios, circulares
internas, fichas de reclutamiento, etc.). También le expliqué
amablemente que su reportaje no se transmitiría nunca y que sería
cancelado porque el presidente-director general de M6, Nicolás de
Tavernost, era miembro de Le Siècle. Un mes más tarde, la periodista
me llamó por teléfono, casi llorando, para decirme que su trabajo
había sido rechazado. También puedo decirle que mi libro Au Cœur du
pouvoir fue enviado a cerca de 130 periodistas de la gran prensa, la
prensa que podemos llamar «sometida».
No hubo ni un solo artículo o comentario sobre el libro.

Thierry Meyssan: ¿Puede usted describirnos brevemente cómo se entra a
Le Siècle y cuáles son actividades?

Emmanuel Ratier: La selección es extremadamente estricta y compleja.
Uno no entra a Le Siècle, hay que ser propuesto por los demás
miembros, incluyendo al menos un miembro del consejo de
administración, al que pertenecen sólo una docena de personas.

Se realiza entonces una investigación y hay que presentar una
biografía muy detallada. El sistema de votación es cualquier cosa
menos democrático. Un voto no vale lo mismo que otro voto. Funciona
como en las logias masónicas. Se vota con bolas negras y blancas. Una
bola negra equivale a 2 bolas blancas.

Si usted recibe 3 bolas negras es rechazado automáticamente. Después,
usted se convierte en «miembro invitado». Será sometido a prueba en
cada cena y el presidente de mesa presentará un informe sobre usted.
Se reexamina su caso al cabo de un año y si usted «es conveniente» se
convierte en «miembro pleno».

Muchos son expulsados del club [al cabo del año]. En los demás casos,
si el consejo de administración estima que el individuo no es lo
bastante confiable pero lo considera interesante, o que piensa su
carrera es irregular, o sea que no está seguro de su futuro, se le
puede mantener como «invitado» por varios años. Como Nicolás Sarkozy,
que es «miembro invitado» desde hace más de 10 años, o Francois
Bayrou, que también lo fue por lo menos durante 10 años. Los estatutos
también estipulan, lo cual es realmente la perfecta expresión del
«racismo de clase» o del «racismo de casta», que usted puede ser
excluido si pierde su trabajo (por desempleo) o si cambia de
funciones. Usted también tiene que salir del círculo cuando se jubila,
en todo caso a los 65 años como máximo. Pero también hay algún
personaje como Antoine Bernheim que puede seguir siendo útil a los 90
años (específicamente como patrón de Generali).

Thierry Meyssan: Este club se caracteriza por el hecho de asumir no
tener otra ideología que el poder. Pero no se trata en lo absoluto de
una organización ejecutiva, sólo de un entramado relacional. ¿Cree
usted que sea únicamente una herramienta para facilitar carreras
personales o estima usted que esa organización tiene como objetivo
mantener el predominio de una casta sobre la sociedad francesa?

Emmanuel Ratier: Hay una ideología, la del liberalismo mundializado.
Como explicó Laurent Joffrin, director de la revista Le Nouvel
Observateur, que renuncio estruendosamente a Le Siècle hace cerca de
un mes [1], Le Siècle es en realidad la sección francesa de la
hiperclase o de la superclase mundializada. Corresponde a la siguiente
expresión de Samuel Huntington: «la superclase nacida de la
mundialización». Asimismo, Jacques Julliard, ex miembro de la Comisión
Trilateral, escribe, dando prueba de cierta valentía [2]: «Le Siècle,
el club de esa superclase dirigente (…) En ese medio cerrado donde los
socialistas tienen su espacio junto a nutridos batallones de la
derecha francesa, se fermenta la ideología de la clase dominante:
modernismo económico, pensamiento correcto social y cultural,
conformismo económico, respeto absoluto hacia el poder del dinero.»

Exceptuando el hecho que Le Siècle cuenta entre sus miembros tantos
oligarcas de izquierda como de derecha, esa descripción es
perfectamente exacta: sí hay una ideología… pero no se presenta como
tal. Lo que hay que entender es que los miembros de Le Siècle no son
todos iguales y que el poder ha pasado de un grupo a otro a medida que
el capital iba reestructurándose en Francia, en Europa y en el mundo.
Así se ha transitado, en 60 años, de la supremacía de los políticos
(IV República) a la de los industriales (con Pompidou), después a la
de los tecnócratas (con Giscard d’Estaing y el comienzo de la
presidencia de Francois Mitterrand), a la de los bancos (con el primer
ministro Beregovoy) y, finalmente, a la de la finanza mundializada
(con Chirac y Sarkozy).

Hoy en día son los financieros los que controlan Le Siècle y quienes
dictan sus reglas a los políticos. Como dice Julliard, «tras las
apariencias sucesivas de las combinaciones ministeriales, existe un
gobierno de facto, un gobierno invisible de las élites financieras e
institucionales que, a falta de dictar su ley, proporciona el
pensamiento e inspira la acción de las élites dirigentes francesas.»

No quiero extenderme demasiado pero Le Siècle es un lugar, un
laboratorio donde se deciden muchas cosas. Ciertos elementos aparecen
en las memorias de varios ex miembros, en algunos artículos, etc. Como
las conversaciones son secretas resulta difícil probar la existencia
de intereses puramente comerciales, pero varios miembros me lo han
confirmado, así como diferentes filtraciones, el sistema de
reclutamiento, etc. La mayoría de los miembros no son reclutados por
sus cualidades personales sino según las funciones que ocupan. Es el
liberalismo antisocial en su expresión más elevada, cuyo único sueño
es que las clases populares trabajen por 2 euros diarios, como los
chinos, y que la oligarquía que las explote pueda acumular colosales
beneficios en los paraísos fiscales.

Presidenta del club Le Siècle desde noviembre de 2010, Nicole Notat
personifica el pensamiento único. Cercana a Edmond Maire y Jacques
Delors, fue secretaria general de la CFDT de 1992 a 2002. Se esforzó
por convencer a la clase obrera de que había que apoyar el Tratado de
Maastricht, la creación del euro y la reforma de la seguridad social
francesa por parte de Alain Juppé. Luego de pasarse al otro lado del
tablero social, Nicole Notat dirige actualmente la agencia de
calificación de riesgo Vigeo.

La ruptura, hoy en día, no es entre la izquierda y la derecha. Nicole
Notat era secretaria general de la CFDT [Confederación sindical
francesa de inspiración socialista. NdT.] cuando entró al club Le
Siècle. Y eso le permitía cenar todos los meses con los patrones de
las grandes empresas del CAC 40 [Índice bursátil francés equivalente
al Dow Jones estadounidense. NdT.] y con los principales dirigentes
del gobierno. Lo mismo sucede hoy con ciertos responsables de la CGT
[Confederación sindical francesa de inspiración comunista. NdT.].

La ruptura aparece por lo tanto en un eje bastante cercano al de la
Red Voltaire, entre mundialistas y antimundialistas, entre el respeto
de los derechos de los pueblos y la mera explotación económica de los
individuos vistos como mercancía.

Thierry Meyssan: Después de la ruptura de la unión de la izquierda [en
Francia], el diario francés L’Humanité mencionó los encuentros entre
los principales patrones y varios ministros socialistas en las cenas
del club Le Siècle. Usted menciona ahora específicamente el caso de
Nicole Notat y usted revela en su libro que esa misma organización
permite actualmente contactos secretos entre esos mismos patrones y
líderes de las centrales sindicales. ¿Cree usted que eso favorece un
diálogo social más relajado o que, por el contrario, ayuda a
corromperlo?

Emmanuel Ratier: Es totalmente evidente que es una forma de
corrupción, aunque no sea financiera. Algo parecido a los abogados que
defienden dos bandos opuestos ante el tribunal y luego beben juntos en
la cafetería del Palacio de Justicia. Es visible lo que pasó con el
Partido Comunista Francés (PCF) y con la CGT. Los dirigentes que
entraron al club Le Siècle modificaron a fondo la ideología del PCF y
de la CGT. A pesar de todas sus protestas, esas dos organizaciones
respaldaron la Unión Europea, el Tratado de Maastricht, el
federalismo, el euro, el mundialismo, etc.

Traicionaron todos los intereses y las conquistas sociales de las
clases sociales que decían defender, en particular a la clase obrera y
los empleados. Son cómplices del desmantelamiento de los logros
obtenidos a través de las luchas sociales de los últimos 150 años.
Debido a ello, los sindicatos ya no representan prácticamente nada y
se financian esencialmente con cotizaciones de las organizaciones
patronales o a través del Estado.

Thierry Meyssan: Su libro incluye un estudio de un centenar de páginas
y un diccionario biográfico de más de 500 páginas en letra pequeña.
Usted no se limita a recordar la carrera de cada miembro de Le Siècle
sino que describe sus compromisos políticos, como lo hace también en
el boletín Faits & Documents [3] que usted publica dos veces al mes.
De hecho, usted se ha convertido en el mejor conocedor de las élites
francesas. ¿Qué imagen tiene usted de ellas?

Emmanuel Ratier: Usted va a provocar todo un revuelo. Nadie cita mis
trabajos, pero sí los saquean, tanto los medios como los
universitarios. El Instituto de Estudios Políticos me negó el DEA
[Diploma obligatorio para alcanzar el doctorado en Francia. NdT.] de
Ciencias Políticas. Nunca podré reunir un tribunal para presentar una
tesis. Los profesores que aceptaran conformarlo estarían echando por
la borda su propia carrera.

En cuanto a las élites francesas que conforman las tropas del club Le
Siècle, son –y seguramente así es también en otros lugares– de una
mediocridad extrema, en particular en la esfera política. Lo que las
caracteriza es una falta total de imaginación, un pensamiento
políticamente conformista, la sumisión al dinero, el ansia de poder.
Le Siècle es, primero que todo, una sed de poder de gente que tiene
poder y que quiere todavía más poder. Es una central energética que
redistribuye la energía únicamente entre sus propios miembros. Un
vasto sistema de relaciones, de redes, de sistemas de «yo te ayudo y
tu me ayudas», de escalones para subir, de matrimonios, de relaciones
de negocios, de vales en los consejos de administración, etc. Hay
quien llamaría a eso «el sistema» o «el establishment». Pero su
particularidad de hoy consiste en que es extremadamente reducida y en
que se concentra de forma extrema en manos de unos pocos. No importan
los métodos. Por ejemplo, Jean-Marie Messier arruinó un modelo de la
empresa francesa, Vivendi Universal, pero nunca fue excluido [del
club] y sigue participando en las cenas.

Thierry Meyssan: A pesar de ser un reconocido periodista, usted se ha
visto marginado de los grandes medios de comunicación franceses como
resultado de una orden de Charles Pasqua. Usted prosiguió entonces su
trabajo escribiendo en las revistas del Frente Nacional [Partido
francés de extrema derecha. NdT.], lo cual le ha dado hasta hoy una
persistente imagen de extremista de derecha. Sin embargo, usted ataca
una organización que es fruto directo de la colaboración [con la
ocupación nazi] y que ilustra perfectamente la capacidad de las élites
francesas para sobrevivir a los cambios de regímenes políticos. ¿Cuál
es su objetivo?

Emmanuel Ratier: Le Siècle proviene, efectivamente, de un medio muy
particular. La trayectoria de muchos de sus fundadores es al estilo de
la de Francois Mitterrand, por no decir más. O sea, una trayectoria
que si no es nebulosa es al menos compleja, en la que se cruzan la
colaboración de izquierda, la resistencia [contra los nazis], la
sinarquía, la tecnocracia, la francmasonería, etc., todo ello en la
atmósfera muy particular de la posguerra, con la influencia
anticomunista americana, las combinaciones de partidos de los años
1950, etc. Y, hoy en día, con las extrañas maniobras de la embajada
americana hacia los barrios periféricos franceses [4].

En este caso [mi libro], Au Cœur du pouvoir no ataca a nadie en
particular ni en general. Es una especie de descripción sociológica de
lo que puede verse como un perfecto caso de oligarquía muy eficaz en
una supuesta democracia. No hay ninguna toma de posición política. Es
más bien un informe de disección.

Mis adversarios, que al serlo sólo le hacen el juego a los poderosos a
quienes efectivamente puedo estorbarles y se convierten por lo tanto
en sus cómplices, me ponen todas las etiquetas posibles, un poco como
a usted, Thierry Meyssan, desde que usted rompió el pacto de lo
políticamente correcto. Y lo hacen para evitar analizar lo que yo
escribo y no tener que tratar de demostrar o de probar que me
equivoco.

Todo eso nada tiene que ver con la realidad. Para saberlo sólo hay que
reunirse conmigo una vez. Hace 17 años que vengo publicando cada 15
días un boletín confidencial, Faits & Documents, lleno de noticias
confidenciales y exclusivas. No me han hecho ni un solo proceso y sólo
he tenido 2 o 3 derechos de repuesta. Lo mismo sucede con el programa
de 3 horas que transmito cada 4 semanas a través de Radio Courtoisie.
Ni solo juicio, ni un solo derecho de respuesta.

Thierry Meyssan: En realidad, usted escribió en el pasado muchas cosas
erróneas sobre la Red Voltaire sin que nosotros hiciéramos nada al
respecto. Y sólo las corrigió mucho más tarde. Que no haya juicio no
prueba nada.

Emmanuel Ratier: Es verdad que fui muy duro con la Red Voltaire y con
usted mismo, Thierry Meyssan. Usted tampoco fue tierno conmigo. Con la
aceleración de la globalización y maniobras como la del 11 de
septiembre, los dos hemos evolucionado mucho y hemos descubierto que,
más allá de las apariencias, había muchas cosas que nos acercaban.
Prueba de ello es que esta entrevista hubiera sido imposible hace unos
15 años.

Yo publiqué en Faits & Documents un extenso diálogo entre Michel
Lajoye, terrorista de extrema derecha, y Carlos, terrorista de extrema
izquierda. A su manera, cada uno de los dos estimaba al otro y, sobre
todo, aceptaba el diálogo, una entrevista imposible para toda mente
conformista con cajones en los que cada cual estaría bien clasificado,
con su etiqueta.

Thierry Meyssan: Volvamos a la descripción, igualmente errónea, que de
usted se ha dado y que viene en parte del hecho que, como le han
demonizado, no han entendido su evolución.

Emmanuel Ratier: Yo podría publicar todo un libro exclusivamente con
las afirmaciones falsas que me han atribuido. Sólo mencionaré un
ejemplo: en una biografía sobre Thierry Ardisson [Conocido presentador
y productor francés de televisión. NdT.], a mí me dedican un capítulo
entero.

En ese capítulo me presentan como su «inspirador», su «gurú». Sin
embargo, yo nunca he tenido delante de mí a ese presentador de
televisión, nunca he hablado con él, nunca le he escrito. Lo mismo
sucede con todo lo demás y el 90% de lo que se dice de mí en Wikipedia
es por el estilo. Lo único que es cierto es que desde los 15 años fui
militante nacionalista y que no reniego nada de ese pasado. He
evolucionado en ciertos aspectos, en particular sobre la oposición
entre la izquierda y la derecha ya que el problema fundamental de hoy
es la mundialización y sus consecuencias para el respeto de las
identidades.

Thierry Meyssan: El fundador de Le Siècle, Berard-Quelin [5], trabajó
para los dos bandos durante la Segunda Guerra Mundial, pero su pasado
hubiese podido pesar en su contra en el momento de la liberación [de
Francia]. Al parecer lo salvaron sus amistades radical-socialistas y
americanófilas. En su opinión, ¿quién le hizo el favor?

Emmanuel Ratier: Yo no he podido tener acceso a todos los archivos.
Los fondos [documentales] están totalmente cerrados. La familia,
evidentemente, se negó a ayudar. Los secretos están cuidadosamente
guardados, o han sido destruidos. Forman parte de los grandes secretos
de la República. Son totalmente inaccesibles para mí. Basta con ver el
libro del capitán Paul Barril, Les Archives secrètes de Mitterrand
(los archivos secretos de Mitterrand) [6], donde, en una nota
presentada como proveniente de la DGSE [La Dirección General de la
Seguridad Exterior, agencia de espionaje de Francia. NdT.] sobre Klaus
Barbie [7], aparece el nombre de Georges Berard-Quelin. En la revista
XXe siècle, publicación universitaria considerada seria, hay un
artículo increíble, totalmente encomiástico y carente de conexión con
la realidad histórica, que respalda la «leyenda dorada» del club Le
Siècle. Yo agregaría que una de las claves, aunque no la única, es
evidentemente que Georges Berard-Quelin era francmasón, al igual que
Jean-André Faucher [8].

Thierry Meyssan: El fundador de Le Siècle lo es también de un imperio
de la prensa desconocido para la mayoría del público. Su sociedad es
una especia de agencia de prensa que publica boletines diarios y
semanales dirigidos a las élites y a los medios de prensa [9]. Dado el
pasado de esta personalidad como colaborador [de los nazis en Francia]
enseguida nos viene a la mente que siguió haciendo legalmente lo que
ya hacía bajo el régimen del Estado francés [el régimen del mariscal
Petain], o sea trabajo de inteligencia. En su opinión, ¿este imperio
de prensa es verdaderamente privado o está conectado con los servicios
de algún Estado?

Emmanuel Ratier: Totalmente desconocida fuera de los círculos de los
poderosos, la Société générale de Presse es la principal empresa de
fichaje (legal) de las personalidades francesas. Sus expedientes son
mucho más completos que los del desaparecido Renseignements Généraux
[Servicio francés de inteligencia. También conocido como RG. NdT.] y
mucho más confiables. Cientos, incluso más de mil, jóvenes
periodistas, que posteriormente han hecho carrera en todas partes,
pasaron por la SGP. Se analiza toda la prensa, incluyendo hasta el
último párrafo del Journal officiel.

La SGP tienes archivos, expedientes sobre millones –y no exagero
cuando digo millones– de periodistas, políticos, sindicalistas,
patrones, miembros de gabinetes ministeriales, eclesiásticos,
intelectuales, alcaldes, etc. Esos archivos cubren 50 años. Basta con
consultar los anuarios que publica sistemáticamente desde hace décadas
para darse cuenta de ello.

La dirección de la SGP está en manos de Etienne Lacour, quien ocupa al
mismo tiempo el puesto de secretario general, prácticamente
inamovible, del consejo de administración del club Le Siècle. Fue él
quien sustituyó a Georges Berard-Quelin, quien ocupaba exactamente las
mismas funciones.

Ignoro completamente quiénes son sus accionistas ni qué tipo de
servicios puede ofrecer mediante pago, pero es evidente que el que
tenga las llaves de la SGP tendrá en sus manos los más extensos
archivos sobre el poder en Francia. Archivos que además están
completamente actualizados, mientras que los del RG y otros servicios
de policía son sólo una sombra de lo que pudieran haber sido antes,
cuando no han sido simplemente destruidos.

Thierry Meyssan

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