Ocurrió el 30 de Mayo de 1976. Me dirigía manejando mi automóvil a la playa de Chichiriviche, Estado Falcón de Venezuela. Varias veces con amigos de tos que creen ciegamente en “estas cosas”, nos habíamos reunido en esa playa, frente a los manglares y al mar abierto, para pasar la noche mirando las estrellas, hablando de platillos voladores y alternando libremente acompañados por el ronronear de las pequeñas ondas a la orilla del mar. Allá, siempre con emoción, estuvimos mirando infinidades de estrellas que se movían como si fueran aviones y cantidades de aviones que no se movían, como si fueran estrellas; pero una vez, uno de estos desconocidos artefactos, no sé si presentarlo a los escépticos como cuerpos celestes o aeroplanos, bajó desde allá arriba y se nos paró enfrente tomando considerable magnitud, quedando sus pendido sobre el negro nocturno del mar en el cual reflejó su forma ovoide, moviéndose con constante ondulación. Los que estaban presentes recibieron la visión con verdadero frenesí, más de uno se metió en el mar. Yo me quedé tranquilo y recibí a los hermanos en la forma acostumbrada, con agradecimiento y afecto, después de unos minutos se alejaron ascendiendo y tomando rápidamente rumbo hacia el Noreste. Varias veces nos encontramos con Ellos en esta playa, casi siempre los vi saliendo del mar; una vez (eran dos) bajaron desde las estrellas y una de las naves prendió un largo rayo de luz. No podían ser aviones, porque con el rayo de luz prendido se quedaron por más de media hora, sobre nuestras cabezas, antes de irse. Las mismas naves en esa ocasión fueron avistadas por los radares del Aeropuerto Internacional de Maiquetía y se habló de ello en programas radiales y en la prensa venezolana. En fin, Chichiriviche es una playa que me ha brindado varias emociones con respecto a los ovnis. Quizás la emoción más grande fue cuando reuní a más de cien personas en ese sitio, a las cuales, no sé por qué, comuniqué que algo pasaría y no pasó absolutamente nada.
Me sentí desilusionadó, lo confieso, pero la lección me ha servido ya que nunca más voy a asegurar algo con respecto a encuentros con nave del espacio, a menos que reciba alguna comunicación muy bien identificada.
Regresando al tema: viajaba en mi auto rumbo a esta playa. Ya el sol buscaba el mar para darse su “chapuzón” antes de acostarse, era la hora de las sombras largas que envuelven llenos de incertidumbre a los corazones sensibles. Estaba mirando los flamencos rojos, con sus patas largas metidas en las lagunas saladas de aguas sumamente bajas, que costean en este sitio a la carretera. Pasé con mi vehículo al lado de un montón de arena que algún camión de volteo, probablemente un pinchazo en una rueda, había vaciado y dejado abandonado. El hecho no parecía tener importancia alguna, sin embargo, algo me llamó la atención en aquel montón de arena. En la playa me encontré con los amigos, los saludé y. . . me di cuenta que estaba pensando en aquel montón de arena. Tomamos café caliente ya que la noche había llegado y soplaba una brisa fresca que invitaba a calentarse tomando algo. Nos acomodamos de la mejor manera utilizando pedazos de troncos, tablas y ladrillos, que permanentemente están en aquella playa, esperándonos. La conversación se hizo animada, me preguntaron algo, pero estaba distraído. Estaba pensando en “Mi” montón de arena. Logré apartarme un poco y me eché totalmente al suelo, boca arriba, mirando el cielo estrellado. Empecé a meditar sobre aquel montón de arena porque intuía que algo me estaba llegando, cerré los ojos (no es indispensable hacerlo así para meditar, pero es un buen sistema cuando hay gente, porque piensan que estás dormido y te dejan tranquilo), y fue así como empecé a ver montones de arena en mi mente, unos más altos, otros menos, uno particularmente alto hasta igualar la imagen de una pirámide que había aparecido entre ellos. El baile mental siguió un rato, iban sucediéndose montones de arena y pirámides de todas las dimensiones, hasta que me di cuenta de un hecho sobresaliente:
entre todas las figuras se mantenía constante una pro porción entre superficie, altura y volumen.
Algo o alguien me sugirió que existe una constante entre forma, masa y gravitación.
Sencillamente, entre varios montones de arena, vaciados en sitios diferentes, aún siendo variada la cantidad del material y, por lo tanto, diferente su masa, siempre existirá una coherencia proporcional con respecto a las diferentes alturas y a las diferentes superficies ocupadas. En fin, señalo esta información intuitiva a los expertos en matemáticas. Hay algo que me sugirió que el problema de la gravitación tiene su parámetro que se basa en esto que observé; hay más, pienso que la Gran Pirámide, su gran misterio obedezca igual mente a esta constante proporcional de la forma. Su irregularidad se debe a la misma ley que alimentó los cálculos de aquellos constructores y la constante observada. Si la pirámide fue construida en el momento del apogeo de la Tierra y del sistema solar alrededor de Alción, siendo diferente el patrón gravitatorio al de hoy y, si como me sugirió la visión, existe una constante entre altura, superficie y masa, actual mente la Gran Pirámide estaría soportando tensiones de cohesión molecular insospechadas. ¿No existirá, tal, una íntima relación de estructuras moleculares, tal vez entre el misterioso monumento y la Tierra? He previsto y pintado un cuadro en el cual la gran Pirámide empezaba a agrietarse junto con la tierra que también se iba abriendo. La gran tensión molecular de la enorme masa piramidal, debida al progresivo acerca miento del sistema solar a Alción, se reunía en un instrumento señalador en la encumbrada extremidad que indicaba el transitar del ciclo y el fin del mismo. Alguien pensó que era mejor que el mundo no supiese nunca la hora de su hora, quizás porque estaba escrito que “El” habría de llegar como ladrón en la noche.
.Y quizás, que eso, sea inteligente. ¿Qué hubiera pasa do si hubiéramos sabido en forma determinante, que éstas son nuestras últimas horas?
Gracias hermanos del espacio, por habernos quitado aquella señal de allí.
Extracto de:
SAO ME HA DICHO…
Coloquio Con Un Ser De Las Estrellas
FUNDACION SAO A.C.
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