18 de Octubre de 2011
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Todo finaliza en estos días de frío y lluvia. Mientras salen a la luz las masacres en Libia. Es necesario hoy rendirse a la muerte y distanciarse incluso de lo que se esta viviendo.
Soltar completamente la adhesión a toda experiencia y percepción, soltar incluso las emociones y los sentimientos de amor personal y humano, soltar al humano, soltar las cumbres de la existencia y sus bajos, sus últimas sombras, las últimas nubes. Rendirse. Abandonarse a la Luz plenamente sin preguntas, sin adhesiones a nada, ni a relaciones ni a personas o cosas.
Éste es el Cuerpo de la Nada, las manos se están convirtiendo en Nada, el rostro está desapareciendo, sus pómulos son vacíos.
Las últimas instancias de los sueños son éstas.
Nada queda en esta sangre, nada queda en estos huesos antes anidados por las larvas. Este tiempo que comienza no es larvario, es trasparente y azul al parecer, ya que nada aun esta claro, todo comienza a fluir, es un inicio; se está naciendo y al mismo tiempo es la muerte una compañera.
Los sueños caen como mortajas a las tumbas que también desaparecen como todo lo que un día conociera el hombre. Y el sol estalla en nuevas tormentas.
La vida estalla, las Matrix vuelan en pedazos. Nada es real ni siquiera el amor de la Persona.
En esta noche cerrada el navegante no puede confiar ni en las coordenadas de sus sentimientos más profundos, nada es real, ni siquiera él es real. No se ve en el espejo, solo se ve una sombra desapareciendo. No hay sombra, solo hay un dolor letal sumergido en las células que flotan en un cuerpo inexistente que si existe, eso es lo trágico: la existencia versus la inexistencia, la vida al interior de un sueño abismal. Son pájaros los que se alejan. Todo finaliza en estas lluvias fondeadas por la niebla.
Y nada ha sido real. Nada, ni siquiera la vocación de un hombre, menos sus pasiones ni sus experiencias; al fondo del hombre sólo el vacío centellea y se abre en los corazones; ni siquiera la sangre flotaba en esas venas, las venas eran los hilos de las mortajas. El Cambio era intratable.
Este es el momento de la muerte y el parto; y el humano se debate entre ser una momia vibratoria y un bebe de nueva luz que atraviesa el útero para salir, para salir a los nuevos vientos de una tierra que también está naciendo.
En este momento todo lo externo ha fallado y al haber rendición ante esta falla se despliega un vacío poderoso: lo que vive es Vacío. El que vive desaparece de su propia experiencia virtual y dolorosa a la vez.
Para el aventurero arriesgado que ha venido al plano terrestre el riesgo es total. No queda más que el riesgo ya que las certezas se han caído como caen las vertientes desde la nieve en los planos altos.
En esos momentos ni siquiera los afectos sirven al hombre, ni siquiera ellos impelen una referencia, no hay bordes ni costas. Éste es el momento del cambio más agresivo, más inclemente, más feroz. El hombre se ha convertido en un salvaje de nuevo y recorre las praderas humanas cubierto de pieles azuzado por los lobos. Ésta es otra violencia, es la violencia trasparente del Cambio. Enterrado en el centro de la ilusión hoy se desentierra a si mismo. Polvo y luz llenan sus manos. Es en un hoy descarnado en la experiencia.
No queda nada todo se ha perdido y en la desesperación de la perdida más absoluta y concluyente aparece leve y tímidamente primero: “algo” inescrutable y atemporal: la conciencia: lo intocable, la esencia que fulge más allá de todas las ciencias.
El hombre viaja en su propósito desenfrenado hacia la Luz, y esta noche de sombras finales lo cubre todo y grita: Elí eli lama sabactani “Señor, Señor porque me has abandonado” Y no hay ningún Dios más que el propio hombre que grita desclavándose de su cruz que atraviesa el Cosmos. Es un valiente: esa es su insurgencia. Un héroe atravesando el oleaje de las estrellas y la expansión de las supernovas y la desintegración en el polvo cósmico. Ese Ser esta naciendo en el nuevo cuerpo humano.
La Inmanencia se está humanizando quizá. La lluvia duele en la piel desnuda. El Hoy se levanta en un águila fuera de los siglos. El águila vuela impetuosa como siempre.
Se atraviesa un puente y las garzas caminan en la orilla de las aguas, en las orillas verdes y húmedas.
Es un arrasar la Vida y se sitúa en los templos desconocidos. El Cosmos es un canto sangriento. Las estrellas en los ojos de los ancianos celestes gritan su luz al amor como lobos. El humano es un lobo en la luz de los bosques cósmicos. El Cosmos es un loto en el fondo del Silencio (esa música venida desde lo amado). Y el amor comienza ha estallar en los corazones. La humanidad estalla en las cortezas de las estrellas que viajan. Es la vida en las loberías llameantes.
Todo se quema en los Niños del Uno, en los Ancianos Celestes, en los Seres Ígneos.
La Libertad comienza a abrazar con su tensión inicial de ráfagas.
Aun así la Belleza subsiste. Éste es un grito en coro del Universo. Los pianos sangran.
Y todo velo se deshace en las mariposas que copan la música
La luz está rompiendo las corazas del corazón que son cortezas de estrella, capas viejas.
Explosiones cósmicas disipan el Yo y las células recuperan las memorias y los registros tonales del Ser expansional y el Holos, todo estalla y quema las naves para no volver ya jamás a las playas del olvido. La luz ama aun así, y el corazón sobrevive y Canta.
Y toda la Luz está amando de nuevo. Y La confianza en el Amor vuelve levemente; suave es el despertar del sol. La lluvia esta acariciando de nuevo. Sigue y fluye la Vida.
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