Conjuro, oración, programación
neurolingüística… Ayer y hoy, la palabra y el pensamiento son valorados como
poderosos instrumentos de transformación. La física cuántica demuestra día tras
día que nuestra realidad se modifica al tiempo que programamos nuestro cerebro
en planteamientos y expresiones positivas.
La palabra ha sido reverenciada en
todos las culturas humanas. Tanto es así, que no existe una sola civilización
humana en la que no exista una bella leyenda sobre su aparición, pues la
capacidad de hablar es lo que nos diferencia de los animales. Así lo relatan
los Dogones, tribu africana aislada durante siglos en la frontera de Malí y
Burkina Fasso: “el Séptimo recibió pues el conocimiento de un verbo, no ya
reservado a unos pocos, sino destinado a la totalidad de los hombres…. De esta
manera podría aportar un progreso al mundo” (del libro de Marcel Griaule “Dios
de agua”). Al otro lado del planeta, en los círculos de danzas sagradas
aztecas, los participantes se pasan la palabra con la expresión “El es Dios”.
La “Palabra”, entendida como mensaje
de Dios, se convirtió en la base de la religión y la magia transmitida por
sacerdotes y magos en todas las culturas humanas: “Palabra de Dios: alabemos al
Señor”, se dice en la santa misa. Ha sido y es, por tanto, el medio para
realizar los mayores encantamientos: el conjuro y la oración… Lo sorprendente
es que los últimos descubrimientos de la física cuántica repiten casi
mágicamente gran parte de la sabiduría tenida como esotérica durante mucho
tiempo: el pensamiento, a través de la palabra, es creador, es decir, es capaz
de alterar la realidad.
En un conocido experimento conocido
como “De los dos agujeros”, se comprobó que los deseos y las expectativas del
científico influían en los resultados del mismo. En concreto, el profesor Antón
Zeillinger, de la universidad de Viena, testificó que los átomos de la molécula
de fullerano eran capaces de pasar por dos agujeros simultáneamente, un
experimento que ha sido repetido con éxito en un gran número de ocasiones y
convirtió la teoría de los “universos paralelos”, propuesta en su día por el
médico de la Universidad de Princeton, Hugh Everett, en un asunto de la física,
bajo el nombre de “superposición cuántica”. La idea es que la Realidad es un
número “n” de ondas que conviven en el espacio-tiempo como posibilidades.
En otro conocido experimento con micro
partículas, los físicos cuánticos comprobaron que las expectativas del
científico influían en el comportamiento de una partícula: cuando observaba, la
partícula actuaba como materia, mientras que cuando no lo hacía, aparecía como
una onda. Se preguntarán cómo se sabía una cosa u otra si el investigador no
estaba mirando: la respuesta es, mediante el registro del movimiento
energético.
El efecto “Isaías”
Simultáneamente, pero en otro campo
del saber tan alejado como la arqueología, la interpretación de los Manuscritos
del Mar de Muerto hallados a mediados del siglo XX en Qumran ha venido a
demostrar que los esenios, los “cristianos” originarios, tenían una manera
diferente de orar a la actual. El investigador Greg Braden fue quien llamó
“Efecto Isaías” a la manera de orar de los esenios, en referencia a uno de los
rollos, atribuido a este profeta, el único que fue hallado intacto. En su
libro, “El efecto Isaías: Decodificando la pérdida ciencia de la oración y la
plegaria”, Braden afirma que la manera de orar de los esenios era muy diferente
a la que los cristianos posteriores adoptarían. En lugar de pedir a Dios
“algo”, los esenios visualizaban que aquello que pedían ya se había cumplido,
que se había realizado, una técnica muy utilizada actualmente en el ámbito del
deporte de alta competición.
Esta regla, utilizada por la moderna
“Programación Neurolingüística”, es utilizar el presente, y no el futuro,
cuando se pretende conseguir algo, como si ya se hubiera cumplido, como si ya
fuera realidad. Sin embargo, si nos atenemos a este conjuro recogido por Martín
Sevilla, procedente del Atharveda III,23; ya era conocida por las hechiceras de
la antigua India,. Este hechizo combatía la esterilidad: “Por lo que has
resultado estéril/ eso hacemos desaparecer de ti/ eso ahora muy lejos de ti/ en
otra parte lo dejamos/ Te hago capaz de tener hijos/ a tu matriz venga un niño/
consigue tú un hijo, mujer/ que te haga feliz/ y hazle feliz tú a él”.
Algunos terapeutas de la Nueva Era,
corriente espiritual ligada a la física cuántica, están empleando hoy esta
técnica para curar enfermedades, visualizando el sistema inmunológico luchando,
por ejemplo contra el cáncer. De momento, los resultados son, cuando menos,
dudosos. No así, en el caso del fortalecimiento del sistema inmunológico o la
respuesta al dolor, en donde sí se han obtenido resultados positivos. En
concreto, un estudio conducido por Richard Da visón, de la Universidad de
Wisconsin, y el experto en budismo y meditación, John Kabat Zinn, inyectó
vacunas para la gripe a un grupo de meditadores recién entrenados y a un grupo
de no meditadores. Seguidamente, se midieron los niveles de anticuerpos en su
sangre y sus actividades cerebrales para ver qué medida de la actividad mental
se desplazaba del hemisferio derecho al izquierdo. El resultado fue que los
meditadores no sólo tenían mayor cantidad de anticuerpos, tanto a las cuatro
como a las ocho semanas después de inyectada la vacuna, sino que, además, las
personas cuya actividad experimentaba mayor desplazamiento de uno a otro
hemisferio, también habían creado más defensas. Kabat-Zinn propone que cuanto
mejor sea la práctica de la técnica de meditación, su sistema inmune será más
saludable.
La teoría, extraída de los
experimentos de la física cuántica (ver cuadro) es que, cuando nos enfocamos en
una de esas opciones, la hacemos Real. Y, al expresarla por medio del verbo, de
la palabra, al exteriorizarla, ese pensamiento toma fuerza. Allí reside parte
del poder del tradicional conjuro, algo que se utiliza en psicología deportiva:
los corrillos de los jugadores de baloncesto o los ya clásicos de los All
Blacks neozelandeses en el rugby antes de jugar tienen esa función, la creación
a través del sentimiento.
Según Braden, los antiguos esenios
usaron las cualidades del pensamiento, de la emoción y el sentimiento para
describir cómo experimentamos la vida en este mundo. Los psicólogos y místicos
ligados a la cuántica afirman hoy que la emoción es el sistema energético que
nos hace avanzar en el mundo cada día a través del deseo; el sistema de energía
no tiene un direccionamiento (es sólo una posibilidad) hasta que se encauza
mediante el pensamiento. El pensamiento traduce el deseo en acción, ya sea del
tipo negativo (“no soy capaz de hacerlo”, “va a salir mal”) como positivo (“me
lo merezco”, “soy capaz”). Cuando el pensamiento adquiere emoción se convierte
en sentimiento. La moderna física cuántica afirma que el sentimiento nos lleva
a otro universo paralelo, a otra Realidad tanto para lo bueno (optimismo) como
para lo malo (pesimismo).
Los tibetanos también han utilizado
los cánticos y los mudras en sus plegarias para entrar en el sentimiento
correcto antes de orar, eso sí, en el momento de la plegaria no exteriorizan
ese estado, ha de ser interior, parecida técnica a la usada por los monjes
cristianos. En otras religiones, sin embargo, como las africanas umbanda,
candomblé o santería en las que los iniciados son poseídos por espíritus o las
sectas evangélicas, ese sentimiento sí es expresado de manera desbocada. Según
las teorías que estamos viendo, estarían en un nivel inferior en cuanto a su
actividad, moviéndose más en la emoción que en el sentimiento.
La moderna técnica psicológica de la
Programación Neurolingüística, hoy en boga en el mundo empresarial y del
deporte, abunda en este mismo protocolo, afirmando que “con el lenguaje
construimos nuestra realidad, al igual que con los programas mentales, con los
cuales elaboramos nuestras estrategias y secuencias internas al llevar a cabo
una tarea, operando de manera similar a un ordenador”. El psicólogo Jim Loehr
fue uno de los primeros en utilizar algunas de estas técnicas en el mundo del
deporte profesional. Concretamente, son famosos los vuelcos que experimentaron
en sus carreras, tenistas como Ivan Lendl, Jim Courier o Martina Navratilova,
al pasar por sus manos. A través del fortalecimiento de su mente, de la
repetición de una serie de movimientos rituales y de los chillidos, tan usuales
hoy en el mundo del tenis, conseguían un mejor desempeño en el golpeo de la
pelota. Ese chillido es casi calcado al “kiai” que emiten los karatekas antes
de realizar algunas de sus proezas, como partir bloques de ladrillos. Eduardo
Padierna, cinturón negro de kárate, explica que el kiai “se utiliza para llevar
la energía desde la base del estómago, el tercer chakra, enfocándola en el
punto donde se está dando el golpe, a la vez que se suelta el aire. Digamos que
intensifica un golpe final al aumentar tanto la energía que se canaliza como la
concentración”.
Una de las técnicas más empleadas en
la psicología deportiva es la de la visualización de lo que se quiere conseguir,
algo muy característico de los movimientos rituales antes de saltar el listón
en atletismo. Sin embargo, esto no es novedoso: las brujas de la India ya
utilizaban esta técnica miles de años atrás, como se recoge en el libro “La
India de ayer a hoy”, recopilado por el profesor Martin Sevilla. Este sirve
para calmar un enfado: “Como la cuerda de un arco,/ Aflojo el enfado de tu
corazón,/ Para que siendo acordes,/ Sigamos como amigos,/ Sigamos como amigos,/
Afloja tu enfado,/ Bajo una piedra que es pesada,/ Tiramos tu enfado” (Ath, VI,
42).
Las religiones orientales, de las que
bebe en gran parte de la moderna psicología occidental a través de la gestalt y
la psicología humanista, ya utilizaban hace milenios algunas de las técnicas
hoy empleadas para mejorar el rendimiento. Entre ellas, el uso de un mantra o
palabra repetida hasta que la mente quede embebido en el sonido, que produce un
estado de fluidez, en cual, la creatividad fluye con facilidad. Algunos de los
mejores discos de los Beatles nacieron de sus viajes a la India para meditar
con el Maharishi, del cual fueron devotos, sobre todo, John Lennon y George
Harrison (a Ringo Starr le aburría soberanamente).
Así pues, el poder de la oración, como el
del conjuro (pues ambas técnicas son resultado de la misma lógica interna),
reside en que visualicemos que lo que pedimos se ha cumplido y, al mismo
tiempo, inhalemos la emoción y el sentimiento para que “entre” en nuestra
realidad, “in-corporándola”. Estos son algunos de los conocimientos que tenían
(y tienen) logias como los masones y los rosacruces, ligadas a los movimientos
gnósticos y herméticos cuyos orígenes se remontan a Oriente Medio y Egipto.
Como publicamos en esta revista hace
unos meses, el afamado Instituto Tecnológico de Massachussets ha demostrado,
después de un larguísimo estudio con monjes tibetanos, que el ejercicio diario
de la meditación genera nuevas conexiones neuronales, es decir, que la mente no
sólo no envejece sino que es capaz de regenerarse con un adecuado sistema de
“limpieza de archivos”.
Llevando más lejos este poder, desde hace
décadas se han realizado diferentes experimentos utilizando la meditación para
llevar la paz a áreas en conflicto sobre la base del conocimiento ancestral y
los experimentos de la física cuántica ya comentados.
El psicólogo Dr. David Orme-Johnson,
Director de Investigacion en el Instituto de la Ciencia, Tecnología y Política
Publica (ICTPP) en la Universidad Maharishi de la Administracion en Fairfield,
Iowa, EE.UU, afirma que la tensión colectiva de una sociedad es la suma de las
tensiones de cada uno de los individuos. Cuando ésta aumenta, la violencia de
una población humana también lo hace, expresada en la forma de tensiones
territoriales, odios étnicos, nacionalistas, etc. Durante las décadas de los 80
y 90, los científicos del ICTP comprobaron que la tensión en el conflictivo
Líbano disminuía cuando un grupo de 200 meditadores practicaban la meditación
cerca de esa área, llegando a decrecer en un 70 por ciento. Según Orme Johnson,
“esta investigación científica ha usado la metodología estadística más
avanzada y fuentes objetivas de información, incluyendo las estadísticas
oficiales del gobierno y otras elaboradas por investigadores
independientes”,
Pero, sin duda, el experimento más
polémico de este tipo se realizó en el año 1993 en Washington DC, por aquel
entonces, enfrascado en una ola de violencia como nunca se había conocido.
Basándose en decenas de estudios previos, un artículo publicado en el Institute
Social Research pronosticó que, si se reunía un grupo de cuatro mil
meditadores, los crímenes en la ciudad se reducirían aproximadamente en un 20%.
Esta suposición se sostenía sobre la existencia de un campo de conciencia
colectivo o campo mórfico, en el que unas neuronas reunidas (unas mentes) pueden
influir. El escéptico jefe de policía de Washington respondió que eso sólo
ocurriría si, en mitad del verano, acontecía una nevada de medio metro (porque
así la gente no saldría de casa). Las predicciones resultaron ser exactas,
porque los crímenes, que incluían robos, asesinatos y violaciones, se redujeron
en un 23%, siendo la probabilidad de que ello ocurriera de 2 entre mil
millones. Tras estos espectaculares resultados, el jefe de policía apoyó la
investigación.
David V. Edwards, profesor
de gobierno en la Universidad de Austin (Tejas) afirmó: “se
puede decir realistamente que el impacto potencial de esta investigación
excede la de cualquier otro programa existente de investigación científica,
social o psicológico. Ha superado una serie de pruebas estadísticas más amplias
que la mayoría de las investigaciones científicas en el campo de la resolución
del conflicto. Esta obra y la teoría que la apoya merecen la consideración más
seria por parte del mundo académico y los creadores de la política
social”.
El método científico empleado fue tal
que los escépticos sólo pudieron aducir en su contra acerca de las suposiciones
sobre los conceptos en los que se basaba. Robert D. Duval, profesor de
ciencia política en la Universidad de Virginia Occidental, escribió en 1988:
“Este artículo es de un valor dudoso para la investigación científica de
la política internacional porque sus principios básicos son sospechosos.
Las suposiciones fundamentales de un ‘campo unificado’ y una ’conciencia
colectiva’ no existen dentro del paradigma bajo que el cual la mayoría de
nosotros opera”. Duval, sin embargo, admitió que “si aceptamos, solamente
con el fin de discutirlo, que estos principios son razonables, entonces la
investigación científica se conforma bastante bien a las normas científicas”.
Actualmente, la defensa a través de
la meditación se ha convertido en objeto de estudio en el campo ¡militar! La
revista norteamericana “Jane’s Defense Daily” publicó, en su edición inglesa,
varios anuncios en este sentido y un representante de esta revista llegó a
afirmar: “Nosotros no hemos tenido oportunidad de probar el sistema, pero los
sistemas espirituales de defensa podrían ser la próxima generación de armas”.
El Mayor Franklin M. Davis,
practicante de la Meditación Trascendental y, anteriormente, comandante del
Colegio de Guerra del ejército norteamericano, predijo en 1973 que el próximo
siglo sería “el de la mente,” y que el programa de la Meditación Trascendental
podría tener un lugar muy importante en esa época. Actualmente, la organización
presidida por el Maharishi Mahesh Yogui, popularizador de esta técnica, se ha
embarcado en un ambicioso proyecto: construir mil palacios de paz en todo el
Planeta que ayudarían a resolver pacíficamente conflictos.
Cómo funcionan los conjuros
Lo que las brujas y hechiceras de todo el
planeta han hecho durante milenios tenía que ver, en buena medida, con esta
“tecnología” que hoy la ciencia cuántica redescubre y que también la
Programación Neurolingüística (PNL) ha reinterpretado en muchos casos. El
profesor Martín Sevilla Rodríguez, de la universidad de Oviedo, ha analizado
con sumo rigor los encantamientos mágicos de la antigua India, encontrando
valiosas reglas. Una es la de repetir una palabra o frase para expresar una
orden o un deseo, algo que utiliza la propia iglesia católica en los rosarios.
En el Atharveda, se lee el siguiente
encantamiento para detener una hemorragia: “Esas muchachas que van /las venas
vestidas de rojo/ como hermanas sin hermanos,/ sin fuerza se detengan. /Detente
la de abajo, /detente la de arriba, /Y detente tú, la del medio;/ si se detiene
la más pequeña, /deténgase también el tubo grande…”. Este otro conjuro también
tiene que ver con la repetición, en este caso, para hacer a un hombre impotente
con la ayuda de una hierba: “Tú, la mejor de las plantas,/ eres nombrada,
hierba,/ hazme hoy a este hombre,/ impotente, afeminado./ Hazlo impotente,
afeminado,/ Haz también que se peine como una mujer,/ Después Indra con las dos
piedras de prensar / Que sus huevos aplaste” /Ath, VI, 138).
Otra regla tiene que ver con la progresión
o regresión numérica para expresar una totalidad o cantidad. Por ejemplo, este
sortilegio para agotar la energía sexual de un hombre: “Si eres un toro,
córrete, estás sin simiente; si eres dos toros, córrete, estás sin
simiente; si eres tres….; si eres once, estarás seco” (Atharveda
V,15). Esta técnica también opera con los múltiplos de números para expresar un
número considerable, como éste para protegerse de los salteadores de caminos:
“Esas víboras en la otra orilla/ tres veces siete con la piel desprendida/ con
sus pieles nosotros/ tapamos los ojos/ del malvado salteador” (Atharveda, I,
27).
También es usual la descripción de
las partes de un conjunto del cual se quiere conseguir algo. Éste, por ejemplo,
que sirve para conseguir el amor de una mujer, se parece a alguna de las
relajaciones del yoga, pero con fines muy distintos. “Desea mi cuerpo, mis
pies/ desea mis ojos, desea mis muslos; /tus ojos, tu pelo, ansiosa,/ me sequen
con tu deseo” (AT, VI, 9).
A donde no llega la programación
neurolingüística es a la inclusión del elemento espacial, algo común a todas
las religiones paganas ligadas a la tierra, que realizaban un saludo a las
cuatro direcciones antes de cualquier oración. Véase este conjuro para obtener
protección: “Brihaspati nos guarde por el oeste/ y por el norte, por el sur,
del malvado/ Indra por el este y por el medio/ nos haga espacio libre/
compañero para compañeros” (Ath, VII, 53).
Así pues, las brujas y brujos
conocían algunos secretos, como la meditación y el poder de la palabra. Su
míticas capacidades bien pudieran estar relacionadas con la visualización y un
inusual poder de canalizar la emoción.
Cuadro 1: El fenómeno cinematográfico “What
the bleep we know? (Qué carajo sabemos?)”
La compañía distribuidora anuncia su
estreno para esta primavera en España, pero es tal el interés que ha despertado
que ya comienzan a circular copias piratas por Internet. Lo inusual de este
filme, estrenado en el pasado festival de Sitges, viene dada por su temática y
por su propio formato, que hace difícil, según los propios programadores de los
festivales, “encuadrarlo en una sección determinada”.
Nacido en principio de un exitoso libro
escrito por tres jóvenes, “What the bleep…” explica didácticamente lo que
conoce la física cuántica sobre el cerebro. Para ello, sus creadores fusionan
el documental clásico con el cine de ficción e, incluso, con la animación.
Eminentes físicos cuánticos y científicos
de otras ramas explican las correspondencias entre los experimentos de la
física cuántica y el poder del pensamiento, entrecruzada con un trama
protagonizada por la actriz sordomuda Marlen Matlin (óscar por “Hijos de un
dios menor”). A lo largo del metraje, se explica con todo lujo de detalles cómo
una persona crea su propia Realidad desde el punto de vista biológico, desde la
base de la elección de nuestro cerebro: “esto va a salir bien”-“esto va a salir
mal”, que va creando las conexiones neuronales y la personalidad.
El documental llega a proponer una idea de
Dios más cercana al animismo que a la concepción religiosa actual, un dios
“cuántico” que impregna cada cosa y que no está fuera, sino dentro de cada uno,
al tiempo que hace que nos preguntemos por la idea misma de la Realidad y las
posibilidades de rehacer nuestro pasado y construir nuestro futuro.
Cuadro 2: El poder del pensamiento,
comprobado por la ciencia
La ciencia médica también está
encontrando continuas comprobaciones para la relación entre la Realidad y el
pensamiento. El médico colombiano Jorge Carvajal, uno de los puntales de la
medicina bioenergética, relató recientemente, en una de sus charlas, que una
universidad norteamericana realizó un estudio para ver cómo influía lo que los
estudiante pensaban sobre sí mismos en su porvenir. “Cuarenta años después, el
resultado fue que los estudiantes que ven la vida como un vaso medio vacío
tienen una morbimortalidad tres veces a cuatro mayor que los que ven la vida
como un vaso medio lleno. Aquellos que tenían una imagen negativa de sí mismos,
una imagen pesimista, frente a aquellos que ven la vida como un vaso medio
vacío frente a aquellos que la ven medio lleno. Es el mismo vaso y la misma
vida, pero esa es la diferencia”.
Carvajal explica de manera precisa
cómo nuestro pensamiento influye en nuestra manera de encauzar la vida:
“Nuestra memoria está llena de resentimientos, y de torturas, y de oscuridades,
y de represiones, y todas esas memorias gravitan en nuestro presente. Pero si
nosotros nos vamos a nuestra historia y rescatamos de ella las cosas dulces,
las ternuras, entonces descubrimos que desde nuestro presente, podemos cambiar
nuestro pasado, podemos modificar nuestra memoria y el sentido de lo que hemos
vivido, porque la historia no está hecha de cosas muertas sino de elementos
vivos, puedes regresar y darle nuevo significado a lo vivido y entonces sucede
una magia: cambia su historia, y al cambiar su historia, cambias el impacto de
tu historia sobre tu presente”.
Cuadro: Los experimentos de Massaru Emoto
Seguramente, es uno de los experimentos
modernos más polémicos. El libro “La conciencia del agua” se ha convertido en
uno de los tótems de los que creen en el poder de la mente.
Utilizando una cámara microscópica, el
japonés fotografió diferentes moléculas de agua cristalizadas: aguas puras,
contaminadas, de manantiales… encontrando que las primeras producían bellos
cristales y las segundas, figuras desestructuradas. Después, probó a ponerle
música clásica o death metal, encontrándose que las melodías armoniosas creaban
cristales de bellos diseños, mientras que las agresivas, no alcanzaban a formar
figuras. Más tarde, probó a ponerle palabras como “amor, “te quiero” y “te
odio” o “te mataré”: los resultados fueron absolutamente sorprendentes.
Frase de Albert Einstein: “no podemos
resolver un problema con el mismo pensamiento que creó ese problema”.
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