lunes, 24 de febrero de 2014

¿Estamos preparados para servir?

         por Gerdix el febrero 11, 2014
En este tiempo, cuando vemos la condición del mundo, muchos de nosotros queremos servir al mundo. Pero cuando nuestras mentes se afectan por la condición del mundo, realmente no podemos servirle. Una mente que esté llena de ira o tristeza no puede servir.

La analogía del barco avanzando a través del agua es útil para describir esta situación. Para que el barco llegue a su destino, el agua debe permanecer fuera del barco. Para que nuestras mentes sean capaces de servir, la atmósfera del mundo debe permanecer fuera de nuestras mentes. No ha de suceder que la atmósfera exterior se filtre en el barco de nuestra mente. Las vibraciones de una mente poderosa y limpia afectan la atmósfera externa, proporcionando fortaleza a los demás.
Así que, ¿cómo creamos una mente que esté llena de poder espiritual? ¿Cómo cultivamos una mente que esté cualificada para servir? Hay tres aspectos que hemos de comprender a fin de cultivar tal mente poderosa
Primero, el reconocimiento de que nuestra naturaleza innata es intrínsecamente buena. Puede que nos hayamos olvidado de que ésta es nuestra naturaleza original, pero no hemos perdido esa bondad innata. Esta bondad personifica el amor, la paz, la felicidad, la verdad y la pureza.
Segundo, ¿a quién pertenezco? Como alma, soy un hijo de Dios. Soy no-violento. Soy pacífico. También soy amoroso. Soy puro y poderoso, del mismo modo que Dios es puro y poderoso. Mi naturaleza inherente es como la naturaleza de Dios. Estos son los regalos de Dios para mí – estos poderes, estas virtudes, estas cualidades. Dios es un dador. De la misma forma que un hijo adopta a menudo el trabajo de su padre, nuestro trabajo también es, como dadores, el de dar nuestros pensamientos puros, nuestros buenos deseos, nuestras virtudes y poderes a los demás.
Tercero, ¿qué es especial acerca de este tiempo? Esta es la Edad de la Confluencia, el tiempo más elevado en que el mundo viejo se encuentra con el mundo nuevo. Es un tiempo en que el barco ha izado su ancla y ha dejado las orillas de la oscuridad, atraído por un futuro nuevo y brillante. La Edad de la Confluencia es la era que amanece en el momento más oscuro de la humanidad, trayendo los primeros rayos de luz desde el mundo futuro, puro y pacífico, que yace por delante.

En este tiempo podemos obtener el poder de discernir. Este es el tiempo en que la comprensión de que soy un hijo de Dios despierta en mi interior, permitiéndome conectarme con Dios, tomar fortaleza de Dios. Soy capaz de sentir cuánto me he cansado. Puedo ver cuánto se ha agotado el mundo bajo la influencia de la avaricia de poder, la ira ante la injusticia y el miedo de la violencia y la ignorancia.

Empiezo a comprender que la manera de sanar el mundo es sanarme a mí mismo. Cultivo los poderes sanadores de la esperanza, armonía, compasión, compromiso, tolerancia y respeto. Veo cómo estas cualidades iluminan el camino hacia la nueva orilla. Es un tiempo en el que podemos conocer nuestro verdadero ser, podemos conocer a Dios y podemos conocer el futuro. Empezamos a percibir los contornos del brillante mundo futuro. Viendo ese mundo emergente, nos sentimos inspirados. Usamos nuestros sentimientos puros y pensamientos elevados para llenar el mundo con todo lo que le da vida.



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