LA LUNA. Natural o ¿Artificial? - Parte II
lunes 13 de septiembre de 2010
Según los científicos rusos, Mijail Vasin y Alexander Sherbakov, la Luna es un satélite artificial colocado en órbita por seres inteligentes hace miles de años.
El tratar de determinar exactamente cuándo se llevó a cabo esta grandiosa obra, quiénes fueron sus autores y cuál fue su finalidad está más allá de la teoría de estos científicos, lo que sí nos dicen, y es de lógica, es que tuvo que ser una civilización muy desarrollada, más desarrollada que la nuestra. Si se va a lanzar un satélite artificial es recomendable hacerlo hueco.
Al mismo tiempo sería ingenuo imaginar que alguien capaz de un proyecto espacial de esta categoría lo iba a dejar vacío por dentro. Parece más probable –como afirman Vasin y Sherbakov– que tengamos aquí una nave espacial muy antigua, cuyo interior contenía combustible para las máquinas, materiales y accesorios para los trabajos de reparaciones, instrumentos de navegación, equipos de observación y todo tipo de maquinaria...
En otras palabras, todo lo necesario para que esta "carabela del universo" sirviera como una especie de Arca de Noé de la inteligencia, quizá incluso como el hogar de una civilización que se enfrentaba a una existencia prolongada (miles de millones de años) y a largos recorridos por el espacio (miles de millones de kilómetros).
Como el diámetro de la Luna es de unos 3.250 kilómetros, si la miramos desde nuestro punto de vista aparece como una esfera con las paredes muy finas. Y, comprensiblemente, no está vacía. Puede tener todo tipo de materiales y equipos en su interior.
Pero la proporción mayor de masa lunar está concentrada en la parte central de la esfera, en su corazón, que tiene un diámetro de unos 3.100 Km. Así pues, entre el fruto y la cáscara de esta nuez hay una distancia de unos cien kilómetros.
Este espacio estaba sin duda lleno de gases necesarios para la respiración y para otros fines tecnológicos. Hasta aquí una breve introducción de esta hipótesis que trata de explicar los misterios lunares. Pasemos ahora a analizar las bases en la que se sustentan las afirmaciones hechas por Vasin y Sherbakov.
El tamaño de la Luna es desproporcionado para un planeta del tamaño de la Tierra.
Si nos fijamos en los demás satélites que conocemos, son mucho más pequeños que el planeta alrededor del cual giran: eran planetoides un día atrapados por la gravedad del mismo, o producto del material expulsado por dicho planeta en algún choque con un asteroide.
Por el tamaño, nuestra Luna nunca podría haber sido atrapada por la gravedad de la Tierra: es demasiado grande. Debido a eso, la hipótesis comúnmente más aceptada es que la Luna es producto de un hipotético choque entre un planeta, aproximadamente del tamaño de Marte, y la Tierra.
El material expulsado de tan violento cataclismo quedó flotando durante millones de años alrededor de la Tierra en forma de anillo (como en Saturno) y, posteriormente, dicho material terminaría agrupándose en lo que hoy constituye nuestro satélite ¿?
Siempre vemos la misma cara de la Luna: hay otra que permanece siempre oculta a la Tierra.
La perfecta sincronía en la Luna entre sus movimientos de rotación y traslación alrededor de la Tierra, de manera que siempre veamos la misma cara, no tiene parangón en ninguna parte del universo conocido.
La imaginación se escapa y sueña con una Luna artificial que oculta alguna clase de equipos de observación dirigidos hacia nuestro planeta y situados en su cara visible ¿Nos observaban?
El Sol y la Luna, aunque son astros de un tamaño completamente diferente y se encuentran situados a una distancia de la Tierra completamente dispar, sorprendentemente se ven del mismo tamaño desde la Tierra.
Por esa razón, la mayor parte de las veces en que hay un eclipse de Sol, la Luna tapa milimétricamente el disco solar, aunque también se producen de vez en cuando eclipses de tipo anular, por las periódicas variaciones de distancia entre los tres astros.
Algunos matemáticos y físicos han hecho cálculos de probabilidades en relación con este tema y han llegado a la conclusión de que la probabilidad de que astros con diámetros tan diferentes y situados a tan distintas distancias de nuestro planeta se vean con el mismo tamaño desde aquí son casi infinitesimales por no decir nulas.
La hipótesis de la "luna hueca".
Dos han sido las razones que han conducido a algunas personas a hablar de la posibilidad de que nuestro satélite esté hueco: Por un lado, cuando en la desatrosa misión Apolo XIII, los astronautas tuvieron que desprenderse de partes del cohete-módulo que orbitaba alrededor de la Luna, para poder regresar a la Tierra, éstas cayeron sobre nuestro satélite y las vibraciones causadas por el impacto captadas por distintos sistemas de medición se asemejaban a las vibraciones de una campana.
Por otra parte, la Luna presenta diversidad de densidades en sus diferentes zonas.
Es decir, hay más atracción gravitatoria en unas partes de la Luna que en otras, como si tuviera algunas zonas más huecas que otras.
Este hecho generó una serie de problemas en el inicio de la exploración de nuestro satélite, pues dificultaba el alunizaje en el mismo o la posibilidad de dejar satélites orbitando alrededor de ella, pues los equipos necesitaban realizar un continuo recálculo de las condiciones gravitatorias, para no acabar estrellándose sobre la misma o saliéndose fuera de la órbita.
Si la Tierra es de mayor o igual edad que la Luna porque ésta posee mas cráteres?
Como sabemos, la mayoría de los proyectiles que entran en la atmósfera terrestre son destruidos por ella; no ocurre así en la Luna. Esto no explica la abundancia de cráteres de la Luna con respecto a la Tierra.
Si consideramos que la Luna ha viajado a través del cosmos atravesando muchos sistemas, cinturones de asteroides, etc, habrá estado sujeta a choques más frecuentes aún que los de nuestra Tierra.
Ya se trate de cráteres causados por impactos de meteoros, ya por acción volcánica, lo que asombra a los científicos es su uniforme falta de profundidad. La teoría soviética opta por los impactos como causa y explica los hechos así: "Cuando el meteorito choca contra la cubierta exterior de la Luna, ésta actúa como una capa amortiguadora de los golpes y el cuerpo extraño tropieza con una impenetrable barrera esférica.
De este modo, sólo queda ligeramente “abollada” la capa de 30 kilómetros de planchas blindadas y la explosión se limita a lanzar trozos de la cubierta por el espacio, que recordemos, tendría unos 4,5 Km y que es la profundidad media de los cráteres”.
Momentos después de que los astronautas de la misión Apolo XI colocaran el primer sismógrafo en la Luna el 20 de julio de 1969, la Dirección Nacional de Aeronáutica y el Espacio -NASA- registró los primeros movimientos sísmicos del satélite.
Aunque eran de naturaleza leve, los científicos se preguntaban si dichos movimientos habían sido causados por la caída en la superficie del “Luna XV”, satélite soviético no tripulado que orbitaba la Luna al mismo tiempo que el Apolo llevaba a cabo su misión, y que terminó estrellándose en el casualmente llamado “Mar de la Crisis”.
Pero más allá de la naturaleza del impacto, lo que desde un principio hasta el día de hoy ha llamado la atención a los equipos de investigación es la asombrosa durabilidad de estos fenómenos en el planetoide gris.
En la actualidad, muchos equipos de investigación están encausados en la tarea de interpretar las miles de horas de registro que tomaron los sismógrafos colocados durante el programa lunar Apolo.
En esta serie de misiones (naves Apolo XI a XVI) se colocaron instrumentos de medición que transmitieron a la Tierra gran cantidad de datos, hasta su desconexión en 1977.
Según la investigación liderada por Yosio Nakamura, geofísico de la Universidad de Texas que actualmente estudia estos fenómenos, existe una especie de lunamotos (terremotos lunares) de pequeña magnitud que se originan a un promedio de 1000 kilómetros de la superficie lunar, lo cual es muy raro.
“Esa profundidad es superior a la de cualquier terremoto que vemos en la Tierra”, explica Catherine L. Johnson, geofísica del Instituto Scripps de Oceanografía. Aparte, estos pequeños sismos se dieron en el orden de varios por día, y la enorme mayoría en el lado visible de la Luna.
Esta asimetría se agrega a una gran lista de las que posee nuestro satélite.
Clive R. Neal, catedrático de ingeniería civil y ciencias geológicas de la Universidad de Notre Dame, también investiga los datos del programa Apolo.
Pudo comprobar la existencia de 28 fuertes sismos de poca profundidad (5,5 escala Ritcher), que curiosamente dejaban temblando a la Luna por más de 10 minutos.
En la Tierra generalmente estas vibraciones no duran más de medio minuto. «La Luna resonaba como una campana», observó Neal.
Innumerables investigaciones parecen indicar que nuestra Luna es un planetoide hueco, cuya estructura está formada al parecer por una sola pieza.
Estas curiosidades de nuestro satélite llevaron a elaborar hipótesis muy difíciles de asimilar para el bando conservador de los científicos.
Ya en la década de 1960, Mijail Vasin y Alexander Sherbakov, de la Academia Soviética de Ciencias habían expuesto la hipótesis de que nuestro satélite fue en realidad construido indudablemente de manera artificial.
Pese a lo risible que pareció esta idea en años pasados, numerosos informes de la NASA parecen confirmar los postulados de una luna artificial.
Y no es para menos, ya que el satélite selenita posee las más raras características que se puedan encontrar en un cuerpo celeste: presenta varias asimetrías en sus caras(visible y oscura); los cráteres en la superficie no superan los 5 Km. de profundidad, por más que tengan un centenar de kilómetros de radio; su baja densidad y resonancia en temblores sólo dan lugar a que sea un planetoide hueco; su cuerpo es increíblemente combado (más de lo que la física pueda explicar); posee concentraciones de masa en puntos aislados debajo de la superficie; siendo un cuerpo frío tiene descomunales manchas (mares) de un material que hasta ahora los científicos suponen como lava; su órbita es casi perfectamente circular; su origen, hasta el momento es una teoría difícil de elaborar.
Todavía en la actualidad, claro, el origen incierto de la Luna genera polémica. De las tres o cuatro teorías más populares del siglo pasado, hoy los científicos aceptan una como la más probable: el origen por “colisión lenta”.
Ésta intenta explicar cómo podría formarse un satélite a partir de fragmentos expulsados por un planeta de menor tamaño que la Tierra que colisiona con ésta.
Para comprobar el comportamiento dinámico de esta colisión, los laboratorios usan súper-ordenadores capaces de recrear gráficos con millones de variables posibles.
Según los cálculos, la Luna sólo podría haberse formado si un cuerpo de un tamaño específico impactara la Tierra en un ángulo muy particular, liberando al espacio materiales capaces de agruparse en vez de caer nuevamente a la Tierra.
Para esto se requeriría que el objeto impactante no se pulverizara produciendo ondas de choque, y que impactara a una velocidad de unos 15 km/seg., entre otras variables.
Pero aun habiéndonos ingeniado para recrear este complicado inicio, existirían todavía una gran variedad de secretos que no podemos explicar de la gran bola plateada.
Un ejemplo de esto es la nube de partículas de polvo cargadas magnéticamente que constantemente se desplaza con la luz del día, justo en la línea del suelo que separa el día y la noche lunar.
Esta débil “tormenta magnética” que permaneció como un fenómeno olvidado sin confirmar durante el programa Apolo, fue estudiada a principios de este año. Incluso esto puede haber creado la mayoría de los fenómenos que se identifican como “fenómenos lunares transitorios” o LTP por sus siglas en inglés (lunar transient phenomena).
Por siglos, han existido informes de extrañas luces brillantes en la Luna, que muchos astrónomos arriesgaron como evidencia de vida inteligente.
Incluso existen pruebas fotográficas de la NASA que se identifican como LTP. Timothy Stubbs, de la División de Exploración del Sistema Solar del Centro Goddard para Vuelos Espaciales, dice en referencia al tema, que el efecto de la pared de polvo no está definido: podría ser diáfana, invisible e inofensiva; o bien podría representar un problema real, inmovilizando los trajes espaciales, cubriendo superficies y causando recalentamiento en los equipos. “Aún tenemos mucho que aprender acerca de la Luna”, dice Stubbs.
LAS 13 CUESTIONES "CLAVES" DEL MODELO DE ARTIFICIALIDAD.
Hola querido amigo José, soy Jorge de Preparémonos para el Cambio, me gustaría felicitarte por tan extraordinario trabajo de investigación. Me he leído las dos partes y la información que compartes es realmente estupenda. Has conseguido probar con tus argumentos dicha teoría de la artificialidad de la Luna.
ResponderEliminarGracias por compartir esta maravillosa información.
Un fuerte abrazo
Jorge