martes, 13 de marzo de 2012

SOLTANDO LOS VIEJOS HÁBITOS Y DESPERTANDO AL AMOR

Todos tenemos cosas a las cuales nos aferramos. Algunas cosas ya no son útiles para nosotros, pero seguimos quedándonos con ellas. Como viejos hábitos o conocidos a los que nos sentimos presionados a llamar cada dos semanas aunque no tengamos nada que decirles.

A veces incluso son las cosas que se amontonan en nuestro escritorio o en nuestro sitio para guardar cosas. Muchas personas me dicen que ellas tratan desesperadamente de soltar ciertas cosas. Yo trato de soltar mi relación pasada. Yo trato de soltar mi hábito de juzgarme. Quiero dejar de fumar y de tomar y de trabajar tanto. Pero simplemente no funciona. Todavía me agarro a ello.

El método más común para soltar es intentar hacerlo a la fuerza. ¿Cuántas personas conoces que dejaron de fumar? ¿Y cada cuánto paran? Una vez al año, o cada dos semanas tienen esta intensa sensación de vergüenza y tratan de convencerse a sí mismos: Esta vez venceré este hábito. Esta vez seré fuerte. Esta vez, de verdad pararé. Pero forzarte a ti mismo realmente nunca funciona.

¿Alguna vez en verdad has visto a alguien que perdió mucho peso a la fuerza? ¿Notaste lo hambrientos y lo vacíos que se veían? De seguro te deslumbraron con verse diferentes y usar ropa nueva pero, ¿alguna vez has mirado más allá de lo que ellos querían que vieras? Después de alejar el peso de más de su cuerpo - ¿donde va el peso?


Simplemente se acumula fuera del cuerpo y se posa ahí. Y esta infeliz energía que se sacó a patadas de la casa - ¿adivina lo que esta energía está esperando? - Regresar de nuevo. Así que tan pronto como hayas terminado de luchar y de huir de ti mismo, toda la energía que no te gusta entrará de nuevo. Luchar no funciona.





El método más interesante para mí es empezar a observar. ¿A qué es lo en realidad me estoy aferrando? ¿Es realmente al humo del cigarrillo al que me estoy aferrando - o es a la sensación de algo seguro, algo confiable y conocido que siempre está ahí para mí -? Una señora una vez me contó sobre su estresante vida.

Ella trabajaba duro todo el tiempo. Excepto por estos 3 descansos de cigarrillos todos los días en que salía a hurtadillas al jardín y se sentaba para relajarse. Ella vino a mí para dejar de fumar. Y tuve que decirle: esta es la única forma de amor, de tranquilizarte, de darte tiempo a ti misma que estás aceptando ahora. ¿Y quieres que yo te quite este poquitín de amor? Perdón, no puedo hacer eso. Pero puedo ayudarte a comprender lo que fumar realmente te proporciona ahora mismo. Por supuesto ella no estuvo muy contenta conmigo al principio, porque ella realmente odiaba fumar.

Por supuesto que no me quedo con observar para siempre. Después de un tiempo de no luchar con mis hábitos, de no juzgar, de no huir de ellos algo sucede. Tengo la oportunidad de reconectarme con lo que realmente necesito. Mira, más allá de cada hábito, de todo a lo que te aferras, hay algo verdadero y honesto, que sencillamente necesitas. Y debido a que esta necesidad nunca ha sido reconocida y atendida, desesperadamente nos aferramos a toda clase de cosas.

Como un niño que necesita amor. Y entre menos amor obtenemos, más nos aferramos a los lindos juguetes que nuestros padres compran. Y algún día tenemos una casa llena de juguetes y no sabemos por qué no los podemos soltar. No son los juguetes lo que necesitamos. Sino el amor que nunca tuvimos a lo que nos aferramos. Y alejar esa necesidad aún más no resolverá el problema. Esta necesidad ha sido alejada por mucho tiempo.

La clave final para soltar es empezar a recibir. Cuando empiezas a recibir amor de tu alma te libras a ti mismo. Cuando empiezas a recibir todas estas cosas minúsculas que realmente necesitas, algo puede sanar. Sólo porque no tuvimos una niñez amorosa no quiere decir que hoy no podamos recibir esta particular clase de amor. Ni siquiera tenemos que salir y buscar nuevos padres. Ya tienes este hermoso progenitor dentro de ti. ¿Sabías que eres un hijo de tu alma? Y ella te ama en verdad y sinceramente.



Yo nunca tuve un perro cuando era una niña. Mis padres decidieron que no podía asumir la responsabilidad. Pero ahora, años más tarde, por fin tengo un perro. Mi alma no considera que no esté lista. Me llevó algún tiempo recibir la belleza y el gozo de realmente ser dueña de un perro. Por un tiempo cuando lo caminaba se sintió como caminar el perro de alguien más. Yo era muy tímida y tenía miedo de cometer algún error - porque parte de mí todavía cree que no puedo asumir esto -. Pero lentamente estoy comenzando a recibir. Estoy recibiendo un sueño bobo de infancia. Y cuando me despierto en la mañana y lo veo, muchas niñas pequeñas dentro de mí brincan de alegría.

El momento de recibir es un momento decisivo. Recibir más tiempo para ti, más quietud, más abundancia, más amor, más suavidad, te librará. La parte de ti que se ha estado aferrando a algo allá afuera finalmente llega a recibir algo real. No creas que no puedas tener este amor, este espacio, esta experiencia, esta amorosa relación - sí puedes. Simplemente no la encontrarás allá afuera. Tendrás que encontrarla primero en ti mismo.

Tu alma está más que deseosa de ayudarte a recibirlo. Y mientras estás ocupado recibiendo, ¿adivina qué pasa de forma natural? Sueltas las viejas energías que ya no te sirven. Es como poner a un lado las muletillas después de que tu pierna se sana. Ya no las necesitas. Te libras a ti mismo. Lleva más tiempo y paciencia. Y talvez tengas que empezar a conectarte con tu alma. Pero es la única manera de soltar y recibir algo nuevo al mismo tiempo.

Escrito por Lea Hamann


NOTA PERSONAL.




Soltar que difícil nos parece porque toda la vida nos la hemos pasado atesorando , si guardando como verdaderos tesoros, sentimientos, miedos, anhelos, viejas formas de ver la vida, inquietudes, somos un producto de viejos moldes que ya no van mas, pero a pesar de ello nos atemoriza dar el salto y enfrentar nuevos retos, que nazca un nuevo ser en aquel molde que ya no es bueno para ti.

Hay un libro de Antony de Mello que me ayudó mucho a comprender ciertas inquietudes que se presentaban en mi interior, no digo que tenga la verdad en sus manos al leerlo, pero si hay una luz en el que te ayuda a buscar tu propia luz se llama
AUTOLIBERACION INTERIOR.
Y aquí les dejo unos apartes de su hermoso contenido, es un regalo sencillo que pueden tomar para ustedes o dejarlo a un lado para cuando pase el tiempo y sientan que lo pueden recibir, con infinito amor
Dannys.




¡DESPIERTA!
¡LA FELICIDAD ERES TÚ!

Despertarse es la espiritualidad, porque sólo despiertos podemos entrar en la verdad y descubrir qué lazos nos
impiden la libertad. Esto es la iluminación. Es como la salida del Sol sobre la noche, de la luz sobre la
oscuridad. Es la alegría que se descubre a sí misma, desnuda de toda forma. Esto es la iluminación. El místico
es el hombre iluminado, el que todo lo ve con claridad, porque está despierto.
No quiero que os creáis lo que os digo porque yo lo digo, sino que cuestionéis cada palabra y analicéis su
significado y lo que os dice en vuestra vida personal; pero con sinceridad, sin autoengañaros por comodidad o
por miedos.

Lo importante es el Evangelio, no la persona que lo predica ni sus formas. No la interpretación que se le ha
dado siempre o la que le da éste o aquél, por muy canonizado que esté. Eres tú el que tiene que interpretar el
mensaje personal que encierra para ti, en el ahora. No te importe lo que la religión o la sociedad prediquen.

La sociedad sólo canoniza a los que se conforman con ella. En el tiempo de Jesús y ahora. A Jesús no
pudieron canonizarlo y por ello lo asesinaron. ¿Quiénes creéis que lo mataron? ¿Los malos? No. A Jesús lo
asesinaron los buenos de turno, los más respetados y creídos en aquella sociedad. A Jesús lo mataron los
escribas, los fariseos y sacerdotes; y si no andas con cuidado, asesinarás a Jesús mientras vives dormido.

Despertarse es la espiritualidad, porque sólo despiertos podemos entrar en la verdad y la libertad.


Estás dormido

¿Y cómo sabré si estoy dormido? Jesús os lo dice en el Evangelio: “¿Por qué decís Señor, Señor, si no hacéis
lo que os digo?” Si no hacemos lo que Dios quiere y nos dedicamos a fabricarnos un Dios “tapa agujeros”, es
que estamos dormidos. Lo que importa es responder a Dios con el corazón. No importa ser ateo, musulmán o
católico; lo importante es la circuncisión y el bautismo del corazón. El estar despierto es cambiar tu corazón de
piedra por uno que no se cierre a la verdad.

Si estás doliéndote de tu pasado, es que estás dormido. Lo importante es levantarse para no volver a caer. La
solución está en tu capacidad de comprensión y de ver otra cosa que lo que te permites ver. Ver lo que hay
detrás de las cosas. Cuando se te abran los ojos, verás cómo todo cambia, que el pasado está muerto y el que
se duerme en el pasado está muerto, porque sólo el presente es vivo si tú estás despierto en él.
Metanoia quiere decir despertarse y no perderse la vida. Es vivenciar el presente. Para saber esto hay un
criterio: ¿Tú sufres? Es que estás dormido. Es igual que sepas muchas cosas y te dediques a salvar a las personas. "El ciego que guía a otro ciego" quiere decir que los dos están dormidos. Si sufres es que estás
dormido. Me dirás que el dolor existe. Sí, es verdad que el dolor existe, pero no el sufrimiento. El sufrimiento no
es real, sino una obra de tu mente. Si sufres es que estás dormido porque, en sí, el sufrimiento no existe, es un
producto de tu sueño; y si estás dormido, verás a un Jesús dormido, que tú te has imaginado, que nada tiene
que ver con el Jesús real, y eso puede ser muy peligroso.

Calderón dice: "Todo es según el color del cristal con que se mira." Si estás dormido no serás capaz de ver
más que cosas dormidas, y no te darás cuenta hasta que despiertes. Pasará la vida por ti sin que tú la vivas.

Si tienes problemas es que estás dormido. La vida no es problemática. Es el yo (la mente humana) el que crea
los problemas. A ver si eres capaz de comprender que el sufrimiento no está en la realidad, sino en ti. Por eso,
en todas las religiones, se ha predicado que hay que morir al yo para volver a nacer. Éste es el verdadero
bautismo que hace surgir al hombre nuevo. La realidad no hace problemas, los problemas nacen de la mente
cuando estás dormido. Tú pones los problemas.

Estar despierto es aceptarlo todo, no como ley, no como sacrificio, ni como esfuerzo, sino por iluminación.

Despierta

¿Se puede decir que en estos últimos días no te has sentido como un hombre libre y feliz, sin problemas ni
preocupaciones? ¿No te has sentido así? Pues estás dormido. ¿Qué ocurre cuando estás despierto? No
cambia nada, todo ocurre igual, pero tú eres el que ha cambiado para entrar en la realidad.

Entonces lo ves
todo claro.
Le preguntaron a un maestro oriental sus discípulos: "¿Qué te ha proporcionado la iluminación?"

Y contestó:
"Primero tenía depresión y ahora sigo con la misma depresión, pero la diferencia está en que ahora no me
molesta la depresión."

Estar despierto es aceptarlo todo, no como ley, ni como sacrificio, ni como esfuerzo, sino por iluminación.

Aceptarlo todo porque lo ves claro y ya nada ni nadie te puede engañar. Es despertar a la luz. El dolor existe, y
el sufrimiento sólo surge cuando te resistes al dolor. Si tú aceptas el dolor, el sufrimiento no existe. El dolor no
es inaguantable, porque tiene un sentido comprensible en donde se remansa. Lo inaguantable es tener el
cuerpo aquí y la mente en el pasado o en el futuro.

Lo insoportable es querer distorsionar la realidad, que es inamovible. Eso sí que es insoportable.

Es una lucha
inútil como es inútil su resultado: el sufrimiento. No se puede luchar por lo que no existe.

No hay que buscar la felicidad en donde no está, ni tomar la vida por lo que no es vida, porque entonces
estaremos creando un sufrimiento que sólo es el resultado de nuestra ceguera y, con él, el desasosiego, la
congoja, el miedo, la inseguridad... Nada de esto existe sino en nuestra mente dormida. Cuando despertemos,
se acabó.

Importa la vida

El ir contra la realidad, haciendo problemas de las cosas, es creer que tú importas, y lo cierto es que tú, como
personaje individual, no importas nada. Ni tú, ni tus decisiones ni acciones importan en el desarrollo de la vida;
es la vida la que importa y ella sigue su curso. Sólo cuando comprendes esto y te acoplas a la unidad, tu vida
cobra sentido. Y esto queda muy claro en el Evangelio. ¿Importaron todas las transgresiones y desobediencias
para la historia de la salvación? ¿Importa si yo asesino a un hombre? ¿Importó el que asesinaran a Jesucristo?

Los que lo asesinaron creían estar haciendo un acto bueno, de justicia, y lo hicieron después de mucho
discernimiento.

Jesús era portador de la luz y por ello predicaba las cosas más raras y contrarias al judaísmo, a sus creencias
e interpretaciones religiosas: hablaba con las mujeres, comía con los ladrones y prostitutas. Pero, además,
interpretaba la Ley en profundidad, saltándose las reglas y sus formas. Los sabios y los poderosos tenían que
eliminarlo. ¿Podía ser de otra manera? Era necesario que muriera así, asesinado y no enfermo de vejez.

Cuentan que un rey godo se emocionó al oír el relato de Jesús y dijo: "¡De estar yo allí, no lo hubieran matado!"

¿Lo creemos así, como ese rey godo? Dormimos.

La muerte de Jesús descubre la realidad en una sociedad que está dormida y, por ello, su muerte es la luz. Es
el grito para que despertemos.

No te ates

¿Qué hace falta para despertarse? No hace falta esfuerzo ni juventud ni discurrir mucho. Sólo hace falta una
cosa, la capacidad de pensar algo nuevo, de ver algo nuevo, de ver algo nuevo y de descubrir lo desconocido.

Es la capacidad de movernos fuera de los esquemas que tenemos. Ser capaz de saltar sobre los esquemas y
mirar con ojos nuevos la realidad que no cambia.

El que piensa como marxista, no piensa; el que piensa como budista, no piensa; el que piensa como
musulmán, no piensa... y el que piensa como católico, tampoco piensa. Ellos son pensados por su ideología.

Tú eres un esclavo en tanto y en cuanto no puedes pensar por encima de tu ideología. Vives dormido y
pensado por una idea. El profeta no se deja llevar por ninguna ideología, y por ello es tan mal recibido. El
profeta es el pionero, que se atreve a elevarse por encima de los esquemas, abriendo camino.

La Buena Nueva fue rechazada porque no querían la liberación personal, sino un caudillo que los guiase.

Tememos el riesgo de volar por nosotros mismos. Tenemos miedo a la libertad, a la soledad, y preferimos ser
esclavos de unos esquemas. Nos atamos voluntariamente, llenándonos de pesadas cadenas, y luego nos
quejamos de no ser libres. ¿Quién te tiene que liberar si ni tú mismo eres consciente de tus cadenas?

Las mujeres se atan a sus maridos, a sus hijos. Los maridos a sus mujeres, a sus negocios. Todos nos atamos
a los deseos y nuestro argumento y justificación es el amor. ¿Qué amor? La realidad es que nos amamos a
nosotros mismos, pero con un amor adulterado y raquítico que sólo abarca el yo, el ego. Ni siquiera somos
capaces de amarnos a nosotros mismos en libertad. Entonces, ¿cómo vamos a saber amar a los demás,
aunque sean nuestros esposos o nuestros hijos? Nos hemos acostumbrado a la cárcel de lo viejo y preferimos
dormir para no descubrir la libertad que supone lo nuevo.

Lo peor y más peligroso del que duerme es creer que está despierto y confundir sus sueños con la realidad.


No confundas los sueños

Vosotros estáis dormidos porque, si no, ya no necesitarías venir a este curso. Si ya lo vierais todo con ojos
nuevos, ya no necesitaríais venir a despertaros. Pero, si sois capaces de reconoceros dormidos, ser
conscientes de que no estáis despiertos, ya es un paso. Pues lo peor y más peligroso del que duerme es creer
que está despierto y confundir sus sueños con la realidad. Lo primero que necesitáis para despertar, es saber
que estáis durmiendo y estáis soñando.

La religión es una cosa buena en sí, pero en manos de gente dormida puede hacer mucho daño. Y lo podemos
ver muy claramente por la historia de una religión que, en el nombre de Dios, cometió tantas barbaridades
creyendo que hacía el bien. Si no sabes emplear la religión en esencia, en libertad, sin fanatismos ni ideologías
de un color u otro, puedes hacer mucho daño y, de hecho, se sigue haciendo.

Para despertar hay que estar dispuesto a escucharlo todo, más allá de los cartelitos de buenos y malos, con
receptividad, que no quiere decir credulidad. Hay que cuestionarlo todo, atentos a descubrir las verdades que
puede haber, separándolas de las que no lo son. Si nos identificamos con las teorías sin cuestionarlas con la
razón -y sobre todo con la vida- y nos las tragamos almacenándolas en la mente, es que seguimos dormidos.

No has sabido asimilar esas verdades para hacer tus propios criterios. Hay que ver las verdades, analizarlas y
ponerlas a prueba, una vez cuestionadas.

"Haced lo que os digo", dice Jesús. Pero no podremos hacerlo si antes no nos transformamos en el hombre
nuevo, despierto, libre, que ya puede amar.

"Aunque diera todo a los pobres, y mi cuerpo a las llamas -dice Pablo, ¿de qué me serviría si no amo?" Este
modo de ver de Pablo se consigue viviendo, y este modo de ser nace de estar despierto, disponible y sin
engaños.
Cuando la relación entre amigos no funciona lo bien que tú quisieras, puedes aliviarla. Puedes pararte y
comenzar una tregua, pero si no has puesto al aire las premisas que están debajo, el problema sigue en pie, y
seguirá generando sentimientos negativos.

¡Qué lío!

Mi vida es un lío. ¿Soy capaz de reconocerlo? Necesito tener receptividad. ¿Estoy dispuesto a reconocer que
el sufrimiento y la congoja los fabrico yo mismo? Si eres capaz de darte cuenta, es que comienzas a
despertarte.

Ordinariamente, buscamos alivio y no curación. Cuando sufres, ¿estás dispuesto a separarte de ese
sufrimiento lo necesario para analizarlo y descubrir el origen que está detrás? Es preferible dejar que sufras un
poco más, hasta que te hartes y estés dispuesto a ver. O despiertas tú, o la vida te despertará.

Las componendas y alivios son manejos comerciales del buen comportamiento que te ha metido en la mente tu
sentido de buena educación. Si los miras, bien despierto, descubrirás que no son más que utilización, comercio
de toma y daca y chantaje, más hipocresía. Cuando ves esto, ¿quieres quitarte el cáncer, o tomar un
analgésico para no sufrir? Cuando la gente se harta de sufrir es un buen momento para despertar.

Buda dice: "El mundo está lleno de dolor, que genera sufrimiento. La raíz del sufrimiento es el deseo. Si quieres
arrancarte esa clase de dolor, tendrás que arrancarte el deseo."

¿El deseo es cosa buena? Es una cuestión de lenguaje, pues la palabra "deseo", en español, abarca deseos
buenos, que son estímulos de acción, y deseos estériles, que a nada conducen. A estos deseos, para
entendernos, vamos a llamarlos apegos.

La base del sufrimiento es el apego, el deseo. En cuanto deseas una cosa compulsivamente y pones todas tus
ansias de felicidad en ella, te expones a la desilusión de no conseguirla. De no haber deseado tanto que tu
amigo te acoja, te contemple y te tenga en cuenta; de no desearlo tanto, no te importaría su indiferencia ni su
rechazo. Donde no hay deseo-apego, no hay miedo, porque el miedo es la cara opuesta del deseo, inseparable
de él.

Sin esta clase de deseos, nadie te puede intimidar, ni nadie te puede controlar o robar, porque, si no tienes
deseos, no tienes miedo a que te quiten nada.

No hay pareja ni amistad que esté tan segura como la que se mantiene libre. Sólo es eterno lo que se basa en
un amor libre. Los deseos te hacen siempre vulnerables.


El amor no duerme

Donde hay amor no hay deseos. Y por eso no existe ningún miedo. Si amas de verdad a tu amigo, tendrías que
poder decirle sinceramente: "Así, sin los cristales de los deseos, te veo como eres, y no como yo desearía que
fueses, y así te quiero ya, sin miedo a que te escapes, a que me faltes, a que no me quieras."

Porque en
realidad, ¿qué deseas? ¿Amar a esa persona tal cual es, o a una imagen que no existe? En cuanto puedas
desprenderte de esos deseos-apegos, podrás amar; a lo otro no se lo debe llamar amor, pues es todo lo
contrario de lo que el amor significa.

El enamorarse tampoco es amor, sino desear para ti una imagen que te imaginas de una persona. Todo es un
sueño, porque esa persona no existe. Por eso, en cuanto conoces la realidad de esa persona, como no
coincide con lo que tú te imaginabas, te desenamoras. La esencia de todo enamoramiento son los deseos.

Deseos que generan celos y sufrimiento porque, al no estar asentados en la realidad, viven en la inseguridad,
en la desconfianza, en el miedo a que todos los sueños se acaben, se vengan abajo.

El enamoramiento proporciona cierta emoción y exaltación que gusta a las personas con una inseguridad
afectiva y que alimentan una sociedad y una cultura que hacen de ello un comercio. Cuando estás enamorado
no te atreves a decir toda la verdad por miedo a que el otro se desilusione porque, en el fondo, sabes que el
enamoramiento sólo se alimenta de ilusiones e imágenes idealizadas.

El enamoramiento supone una manipulación de la verdad y de la otra persona para que sienta y desee lo
mismo que tú y así poder poseerla como un objeto, sin miedo a que te falle. El enamoramiento no es más que
una enfermedad y una droga del que, por su inseguridad, no está capacitado para amar libre y gozosamente.

La gente insegura no desea la felicidad de verdad; porque teme el riesgo de la libertad y, por ello, prefiere la
droga de los deseos. Con los deseos vienen el miedo, la ansiedad, las tensiones y..., por descontado, la
desilusión y el sufrimiento continuos. Vas de la exaltación al desespero.

¿Cuánto dura el placer de creer que has conseguido lo que deseabas? El primer sorbo de placer es un encanto,
pero va prendido irremediablemente al miedo a perderlo, y cuando se apoderan de ti las dudas, llega la
tristeza. La misma alegría y exaltación de cuando llega el amigo, es proporcional al miedo y al dolor de cuando
se marcha... o cuando lo esperas y no viene... ¿Vale la pena? Donde hay miedo no hay amor, y podéis estar
bien seguros de ello.

Cuando despertamos de nuestro sueño y vemos la realidad tal cual es, nuestra inseguridad termina y
desaparecen los miedos, porque la realidad es y nada la cambia. Entonces puedo decirle al otro: "Como no
tengo miedo a perderte, pues no eres un objeto de propiedad de nadie, entonces puedo amarte así como eres,
sin deseos, sin apegos ni condiciones, sin egoísmos ni querer poseerte." Y esta forma de amar es un gozo sin
límites.

¿Qué haces cuando escuchas una sinfonía? Escuchas cada nota, te deleitas en ella y la dejas pasar, sin
buscar la permanencia de ninguna de ellas, pues en su discurrir está la armonía, siempre renovada y siempre
fresca. Pues, en el amor, es igual. En cuanto te agarras a la permanencia destruyes toda la belleza del amor.

No hay pareja ni amistad que esté tan segura como la que se mantiene libre. El apego mutuo, el control, las
promesas y el deseo, te conducen inexorablemente a los conflictos y al sufrimiento y, de ahí, a corto o largo
plazo, a la ruptura. Porque los lazos que se basan en los deseos son muy frágiles. Sólo es eterno lo que se
basa en un amor libre. Los deseos te hacen siempre vulnerable.

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Hay dos tipos de deseos o de dependencias: el deseo de cuyo cumplimiento depende mi felicidad y el deseo
de cuyo cumplimiento no depende mi felicidad.

El primero es una esclavitud, una cárcel, pues hago depender de su cumplimiento, o no, mi felicidad o mi
sufrimiento. El segundo deja abierta otra alternativa: si se cumple me alegro y, si no, busco otras
compensaciones. Este deseo te deja más o menos satisfecho, pero no te lo juegas todo a una carta.
Pero existe una tercera opción, hay otra manera de vivir los deseos: como estímulos para la sorpresa, como un
juego en el que lo que más importa no es ganar o perder, sino jugar.


Hay un proverbio oriental que dice: "Cuando el arquero dispara gratuitamente, tiene con él toda su habilidad."

Cuando dispara esperando ganar una hebilla de bronce, ya está algo nervioso. Cuando dispara para ganar una
medalla de oro, se vuelve loco pensando en el premio y pierde la mitad de su habilidad, pues ya no ve un
blanco, sino dos. Su habilidad no ha cambiado pero el premio lo divide, pues el deseo de ganar le quita la
alegría y el disfrute de disparar. Quedan apegadas allí, en su habilidad, las energías que necesitaría libres para
disparar. El deseo del triunfo y el resultado para conseguir el premio se han convertido en enemigos que le
roban la visión, la armonía y el goce.

El deseo marca siempre una dependencia. Todos dependemos, en cierto sentido, de alguien (el panadero, el
lechero, el agricultor, etc., que son necesarios para nuestra organización). Pero depender de otra persona para
tu propia felicidad es, además de nefasto para ti, un peligro, pues estás afirmando algo contrario a la vida y a la
realidad.

Por tanto, el tener una dependencia de otra persona para estar alegre o triste es ir contra la corriente de la
realidad, pues la felicidad y la alegría no pueden venirme de fuera, ya que están dentro de mí.

Sólo yo puedo
actualizar las potencias de amor y felicidad que están dentro de mí y sólo lo que yo consiga expresar, desde
esa realidad mía, me puede hacer feliz, pues lo que me venga desde afuera podrá estimularme más o menos,
pero es incapaz de darme ni una pizca de felicidad.

Dentro de mí suena una melodía cuando llega mi amigo, y es mi melodía la que me hace feliz; y cuando mi
amigo se va me quedo lleno con su música, y no se agotan las melodías, pues con cada persona suena otra
melodía distinta que también me hace feliz y enriquece mi armonía. Puedo tener una melodía o más, que me
agraden en particular, pero no me agarro a ellas, sino que me agradan cuando están conmigo y cuando no
están, pues no tengo la enfermedad de la nostalgia, sino que estoy tan feliz que no añoro nada. La verdad es
que yo no puedo echarte de menos porque estoy lleno de ti. Si te echase de menos sería reconocer que al
marcharte te quedaste fuera. ¡Pobre de mí, si cada vez que una persona amada se va, mi orquesta deja de
sonar!

Cuando te quiero, te quiero independiente de mí, y no enamorado de mí, sino enamorado de la vida. No se
puede caminar cuando se lleva a alguien agarrado. Se dice que tenemos necesidades emocionales: ser
querido, apreciado, pertenecer a otro, que se nos desee. No es verdad. Esto, cuando se siente esa necesidad,
es una enfermedad que viene de la inseguridad afectiva.

Tanto la enfermedad, necesidad de sentirme querido, como la medicina que se ansía, el amor recibido, están
basados en premisas falsas. Necesidades emocionales para conseguir la felicidad en el exterior, no hay
ninguna; puesto que tú eres el amor y la felicidad en ti mismo. Sólo mostrando ese amor y gozándote en él vas
a ser realmente feliz, sin agarraderas ni deseos, puesto que tienes en ti todos los elementos para ser feliz.

La respuesta de amor del exterior agrada y estimula, pero no te da más felicidad de la que tú dispones, pues tú
eres toda la felicidad que seas capaz de desarrollar. Dios es la Verdad, la Felicidad y la Realidad, y Él es la
Fuente, dispuesta siempre para llenarnos en la medida que, libremente, nos abramos a Él.

Tú ya eres felicidad

Despertarse es la única experiencia que vale la pena. Abrir bien los ojos para ver que la infelicidad no viene de
la realidad, sino de los deseos y de las ideas equivocadas. Para ser feliz no has de hacer nada, ni conseguir
nada, sino deshacerte de falsas ideas, ilusiones y fantasías que no te dejan ver la realidad. Eso sólo se
consigue manteniéndote despierto y llamando a las cosas por su nombre.

Tú ya eres felicidad, eres la felicidad y el amor, pero no lo ves porque estás dormido. Te escondes detrás de
las fantasías, de las ilusiones y también de las miserias de las que te avergüenzas. Nos han programado para
ser felices o infelices (según aprieten el botón de la alabanza o de la crítica), y esto es lo que te tiene
confundido. Has de darte cuenta de esto, salir de la programación y llamar a cada cosa por su nombre.

Si te empeñas en no despertar, nada se puede hacer. "No te puedes empeñar en hacer cantar a un cerdo,
pues perderás tu tiempo y el cerdo se irritará." Ya sabes que no hay peor sordo que el que no quiere oír. Si no
quieres oír para despertar, seguirás programado, y la gente dormida y programada es la más fácil de controlar
por la sociedad.

Dentro de mí suena una melodía cuando llega mi amigo, y es mi melodía la que me hace feliz; y cuando mi
amigo se va me quedo lleno de su música

* * *

de AUTOLIBERACIÓN INTERIOR
ANTHONY DE MELL0

Fuentes. Autoliberacion interior edgardo blog.
Crecimiento personal e interior . net.




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