lunes, 3 de septiembre de 2012

Los cuatro mundos del chamán

Publicado por jorge alberto herrero el septiembre 1, 2012 a las 10:57pm en Sincro Chamanes Atrás a Sincro Chamanes discusiones Los cuatros mundos del chamán - ¿Cómo miran el mundo los chamanes? """Mientras el hombre sienta que lo más importante del mundo es él mismo, no podrá apreciar verdaderamente el mundo que lo rodea. Es como un caballero con anteojeras: sólo se ve a sí mismo, ajeno a todo lo demás", apunta el chamán Don Juan Matus. Una de las cosas más confusas que enfrentan los estudiantes del chamanismo es la forma en que los chamanes miran mundo. Confunde a mis alumnos en la actualidad y ciertamente me confundió a mí cuando me iniciaba en esta tradición. En mi época de adolescente, en el campo, a veces mi padre, al igual que los demás agricultores, hablaba de los cultivos y animales que había a nuestro alrededor, y en algunas ocasiones se dirigía a ellos como si los cultivos y los animales fueran seres inteligentes, capaces de comprenderle y responderle. A pesar de que yo también aprendí a hacerlo, tuvo que transcurrir bastante tiempo para que llegara a comprender el proceso. En una época determinada, todas las conversaciones con los árboles, flores, insectos, rocas y edificios que tenían lugar a mi alrededor me impedían concentrarme en mi trabajo. Entonces, de algún modo, aprendí a abrirme y cerrarme a aquel tipo de concienciación, sin saber cómo lo hacía. De M'Bala, mi maestro chamán en África, aprendí a fusionarme con los animales de la jungla, después de entrar en un trance profundo. Creía que el estado de trance era el medio de conseguir el cambio, hasta que me di cuenta de que él lo lograba en un abrir y cerrar de ojos, sin entrar en trance. Evidentemente el trance no era más que un instrumento y no la causa del cambio experiencial. Mi tío kahuana hawaiano, Wana Kahili, me enseñó a emprender viajes interiores repletos de asombro y terror y a discernir augurios en las nubes, hojas y muebles. Sin embargo, también me enseñó a ser muy consciente de mi estado al despertar y a cómo no ver augurios, ya que en ciertos momentos esto puede ser igualmente importante. Mi padre, M'Bala y Wana Kahili dedicaron muy poco tiempo a explicarme los fenómenos que me enseñaban a experimentar. Eran todos del parecer de que la experiencia es el mejor modo de aprender y de que las explicaciones intelectuales supondrían una traba. Este fue un buen método para salir de mi obstinación mental e introducirme en mi cuerpo, pero el hecho de tener que afrontar las dudas y temores generados por la cultura no chamánica en la que también vivía, demoró considerablemente mi aprendizaje. En mis propias vivencias como alumno y como maestro, he descubierto que satisfacer el intelecto suele reducir las barreras analíticas y emocionales que dificultan el aprendizaje, permitiendo una asimilación mucho más rápida de la experiencia. Por ello, he pasado muchos años analizando, sin juzgarlas, mis experiencias personales, así como las de otros chamanes, a fin de adquirir una mayor comprensión de lo que hacemos cuando lo hacemos, para poderlo compartir más fácilmente. El auténtico punto de partida fueron las enseñanzas de Wana Kahili sobre los cuatro mundos (niveles o clases de experiencia) entre los que todo el mundo fluctúa espontánea y, por regla general, inconscientemente, pero que los chamanes cultivan a conciencia. Se trata del ike papakahi (literalmente: primer nivel de experiencia), el ike papalua (segundo nivel de experiencia), el ike papakolu (tercer nivel de experiencia) y el ike papaha (cuarto nivel de experiencia). En términos generales, me explicó que éstos representaban respectivamente el mundo ordinario, el mundo psíquico, el mundo de los sueños y el mundo existencial. Por razones didácticas he optado por definirlos como mundos objetivo, subjetivo, simbólico y holístico. También me dijo que dichos mundos eran comunes a todas las personas, no sólo a los chamanes, y que la única diferencia consistía en que los chamanes los utilizaban con conocimiento y propósito. También agregó que gran parte de la confusión en la vida de la gente emana de una mezcla de dichos mundos en la mente y en el habla. Mi objetivo era el de instruir a mucha gente en poco tiempo sobre la experiencia chamánica, por lo que a pesar de un punto de partida tan favorable, me quedaba mucho por aprender. Lo que figura a continuación es un breve resumen de dicha búsqueda e investigación. ¿Qué hacemos cuando realizamos un trabajo chamánico? Hablamos con la naturaleza y con los espíritus; cambiamos el tiempo y creamos acontecimientos; curamos mentes y cuerpos, y canalizamos extraños seres; volamos fuera del cuerpo, nos trasladamos a otras dimensiones y vemos lo que otros no pueden ver; además, pagamos nuestros impuestos, lavamos el coche y hacemos la compra. ¿Hay algo que sirva de conexión entre actividades tan diversas, o se trata simplemente de una serie de conocimientos independientes? Existe una pista importantísima en el primero y fundamental principio de Huna, término genérico de la filosofía polinesia de la vida en la que yo me formé. Dicho principio afirma que 'el mundo es lo que crees que es'. Otra forma más popular de decir lo mismo es: 'nosotros creamos nuestra propia realidad'. Sin embargo, la mayoría de la gente que lo dice no lo acepta plenamente, porque creen que lo único que eso significa es que todo lo malo que les ocurre es culpa suya. Incluso los que lo aceptan con una comprensión más profunda siguen limitando su significado a la idea de que son responsables de sus sentimientos y de su experiencia, y de que si convierten sus pensamientos negativos en positivos, comenzarán a atraer una experiencia positiva, en lugar de negativa. Los chamanes, sin embargo, van mucho más lejos. Para nosotros, no sólo significa atraer la experiencia con nuestro pensamiento, sino verdaderamente crear realidades. Con nuestros supuestos, actitudes y expectativas, hacemos que las cosas sean posibles o imposibles, reales o irreales. En otras palabras, cambiando el marco de la mente podemos hacer cosas ordinarias y no ordinarias en la misma dimensión física que compartimos con todos los demás. Repito que esto no es privativo de los chamanes. Lo único distinto es la forma en que aplicamos el principio. La forma de cambiar la experiencia y poder usar facultades no normales en una realidad determinada consiste en cambiar un conjunto de creencias (o suposiciones, actitudes y expectativas) acerca de dicha realidad, por otro conjunto. Parece muy sencillo y lo es. Lo más difícil -y puede serlo en grado sumo para algunos- es aceptar su simplicidad, porque esto significa cambiar la idea que uno tiene de la realidad. El modelo que presento a continuación ha sido específicamente diseñado para que los chamanes modernos puedan distinguir clara y conscientemente entre distintos niveles de realidad o conjuntos mentales. Esto no sería necesario en una sociedad más familiarizada con el chamanismo y con una mejor disposición hacia la aceptación del mismo. Se realizarían los mismos cambios, pero de un modo más intuitivo, porque habría menos conjuntos mentales contradictorios con otras filosofías, tanto religiosas como seglares. Imaginemos, por ejemplo, a un antropólogo moderno estudiando una cultura indígena en una isla del Pacífico meridional. Un buen día aparece el chamán del pueblo y les comunica a sus conciudadanos que, mientras estaba en el campo quitando las malas hierbas, la diosa Hina ha descendido por un arco iris y le ha advertido que se acercaba un huracán, antes de convertirse en pájaro y salir volando. El chamán alterna fácilmente el trabajo del campo con el de hablar con la diosa y sus conciudadanos lo aceptan sin dificultad alguna, porque esperan que el chamán sea capaz de realizar ambas tareas. Sin embargo, es probable que la mente del antropólogo se rija por un conjunto de ideas en las que sólo haya cabida para la alucinación inducida por las drogas, la aberración mental, la farsa, o la dramatización de una percepción ordinaria. La posibilidad de que el chamán se comunique realmente con un espíritu la elude por completo, así como su propia capacidad para hacer otro tanto. Al hablar a continuación de los distintos mundos, es conveniente tener en cuenta que se pueden penetrar someramente, como quien se moja los dedos de los pies en un estanque, o con la plenitud de quien se zambulle en las profundidades del océano.

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