miércoles, 20 de enero de 2016

EJERCICIOS DE CLARIVIDENCIA


         por A L E X I S A el septiembre 5, 2014

Ejercicio de clarividencia. 



Capacidad para percibir o visualizar objetos y acontecimientos situados fuera del alcance de la visión normal.
La clarividencia es una forma de percepción extrasensorial que engloba cualquier capacidad para obtener información al margen de los sentidos (véase órganos sensoriales). Según la creencia, este fenómeno se produce cuando una persona dotada de poderes especiales ‚el médium‚ entra en un estado de trance que le permite ofrecer una descripción de los objetos o sucesos que acuden a su mente. Sin embargo, la mayoría de los científicos niegan que la clarividencia se ajuste a las leyes físicas o psíquicas.
Las personas que creen en la clarividencia ofrecen distintas interpretaciones para explicar este fenómeno. Algunos mantienen que el médium recibe sus visiones al entrar en contacto con los espíritus. Otros afirman que se produce por telepatía, capacidad para transmitir un mensaje por medio de la mente. Por último, sostienen que los médiums obtienen esta información porque poseen una cualidad especial, sin que intervengan en ello otras personas o espíritus.

Es muy difícil tratar el fenómeno de la clarividencia sin hacer referencia al Plano Astral, porque a dicho plano pertenece.
Como también es muy difícil explicar el plano astral prescindiendo la idea de la reencarnación.

Se puede decir que el plano astral comprende todos los planos superiores al físico e inferiores al espiritual. Donde un plano es más bien un estado de consciencia que un sitio o lugar, por lo que diferentes estados de consciencia pueden residir en el mismo lugar.
En el plano astral es donde funcionan los cuerpos astrales encarnados de quienes han desarrollado el arte del viaje astral.
Tal como sucede en la tierra, todos los planos astrales poseen protectores espirituales procedentes de los planos superiores, que son almas devotas que prefieren pasar su tiempo ayudando a los demás en vez de gozar de su merecido descanso.
Luego de la muerte física, cada alma despierta en el plano correspondiente a la índole de sus más nobles anhelos, rodeada de almas semejantes, y desde aquí puede desarrollarse dando pasos adelante de su última encarnación. Aunque igual que sucede en la Tierra, muchos sucumben a los goces groseros de los planos astrales inferiores, en cuyo caso su alma no se beneficia de la estadía en el plano astral, y renace en el mismo estado del cual partió.
Los planos astrales inferiores, están llenos de almas groseras incultas y bestiales, que viven casi como en la Tierra, hasta que llegan a anhelar algo superior que lograrán en un nuevo renacer.

Estas almas son las que están más cerca del plano físico, y pugnan por estar tan cerca como les sea posible, llegando a aglomerarse cerca de los lugares que frecuentaban en su grosera vida, apoderándose a menudo del pensamiento de gente de su baja laya, a la cual le infunden sus deseos para gozar con ellos.
Salvo las almas muy superiores que comprenden conscientemente todo esto, las demás están más o menos conscientes de los planos inferiores, pero en total ignorancia de los planos superiores y del significado de su existencia, llegando a creer tal como sucede en la Tierra, que la suya es la verdadera realidad.

Al ser la clarividencia una facultad que se desarrolla, puede presentarse en diferentes individuos con diferente grado de poder, y podemos decir que en un clarividente se distinguen tres clases de clarividencia:

La clarividencia simple
La clarividencia en el espacio
La clarividencia en el tiempo

LA CLARIVIDENCIA SIMPLE

Es aquella en la cual el clarividente percibe el aura de las otras personas, o la facultad de percibir impresiones astrales desde un punto cercano.
Aquí el vidente percibe solo las vibraciones mentales y emocionales de otras personas (empatía), pero no ve sucesos de ningún tipo, pudiendo llegar a percibir el aura de vegetales y animales, sus deseos y emociones.
Quien posee la clarividencia simple puede ver literalmente a través de las personas y las paredes, puede leer las cartas cerradas, puede descubrir minerales en la Tierra, y percibir el aura de quienes se ponen en contacto astral con él, pudiendo descubrir en el doble etéreo la índole y localización de sus enfermedades, en el cuerpo astral los sentimientos y deseos, y en el cuerpo mental los pensamientos del individuo.

LA CLARIVIDENCIA EN EL ESPACIO

Consiste en la visión de cosas lejanas, situadas fuera del campo de visión ordinaria.
Una forma extraña de clarividencia en el espacio es aquella en la cual una persona se hace presente a otra despertando sus sentidos astrales, para que la pueda ver en forma espectral como si estuviera presente.
Los clarividentes expertos siempre asumen un estado meditativo con frecuencias cerebrales profundas, para que sus sentidos astrales funcionen más eficientemente, ya que cuando las facultades físicas se encuentran estimuladas, las otras facultades no pueden manifestarse.

La Clarividencia en el Tiempo
Se divide a su vez en dos:
La clarividencia del pasado
La clarividencia del futuro

LA CLARIVIDENCIA DEL PASADO

También se la conoce como retrocognición, y es una facultad muy frecuente en psíquicos como nosotros. Actualmente es estudiada por la ciencia.
Por supuesto que no es posible percibir ni siquiera clarividentemente algo que ha dejado de existir, pero lo cierto es que nada de lo que sucede deja de existir por completo sino que pasa a otro estado de la existencia.
La clarividencia del pasado es posible porque nada perece, y en los planos superiores de la materia quedan imperecederamente registrados todas las escenas y pensamientos que han ocurrido. Estos registros Akáshicos no se encuentran en el plano astral, sino en el plano causal.
Los registros Akáshicos son el equivalente de lo que los cristianos conocen como El Libro de la Vida, en el cual se encuentran indeleblemente grabados todos los sucesos correspondientes al presente ciclo de evolución humana.

LA CLARIVIDENCIA DEL FUTURO O PRECOGNICIóN

A esta clase pertenecen todos los casos de profecía. La historia sagrada está llena de estos ejemplos, que no tienen nada de sobrenatural.
En algunos casos de supuesta clarividencia del futuro, lo que realmente sucede es que el subconsciente infiere que tales o cuales sucesos han de suceder, si no surgen circunstancias imprevistas. (Es de destacar que un clarividente tiene más fácil acceso al subconsciente que las personas comunes).
Los presentimientos o corazonadas, son pues formas rudimentarias de clarividencia del futuro.
Debe tenerse en cuenta que cada suceso a acontecer en el futuro, es consecuencia de otros que se produjeron en el pasado, por lo cual han de suceder, salvo que interfieran nuevos sucesos que determinen nuevos resultados.
Cuando se es capaz de transportar la consciencia a planos superiores, desde allí resulta mucho más sencillo ver las consecuencias de las acciones del presente, hasta el punto de poder ver el efecto que una palabra pronunciada al azar tendrá no solo en la persona hacia la cual va dirigida, sino también sobre otras personas por medio de las vibraciones, hasta influir en la comunidad toda.
Para poder considerar que existen formas superiores de clarividencia, debemos partir de aceptar que la idea del tiempo es solo una forma de convención social, y que los sucesos están siempre presentes, siendo nosotros los que llegamos hasta ellos, y no ellos los que llegan hasta nosotros. De la misma forma en que el paisaje está siempre en el mismo lugar, mientras al viajero del tren le parece que se mueven.

EN EL TIEMPO

Existen muchos ejercicios para desarrollar la CLARIVIDENCIA. A continuación citamos uno que consideramos muy efectivo.
Para facilitar este ejercicio, recomendamos grabar las siguientes instrucciones en un audio casete con su propia voz, en un tono sosegado. Luego, al momento de practicarlo, escuche su grabación y siga las instrucciones:

Observe un reloj y anote la hora en que comienza el ejercicio.
Active el reproductor de sonidos en que grabó este ejercicio.
Siéntese en una posición suficientemente cómoda.
Cierre los ojos sin ejercer presión.
Enfoque la atención en su cuerpo.
Concéntrese en sus pies.
Muy lentamente, expanda su conciencia hacia arriba, inhalando y exhalando con pausa mientras recorre mentalmente sus piernas.  Descargue sus tensiones.
Continúe ascendiendo por la columna vertebral.  Descargue sus tensiones. 
Prosiga ascendiendo por sus brazos, su cuello y finalmente su cabeza.
Imagine que le rodea una luz azul intensa.  Visualícela y llene su cuerpo de ella.  Aspírela.  Piense que se despoja de sus tensiones y que logra un estado de relajamiento absoluto y sereno. 
Sienta que ha alcanzado un estado de reposo pleno que le permite abandonar su cuerpo temporalmente.  Sepa que permanece en un lugar seguro, que disfruta de un ambiente de hermandad que le ofrece confianza y garantía de que nada malo le ocurrirá a su envoltura material mientras aguarda su regreso.
Sintonice sus cinco sentidos, el único vínculo que posee con la dimensión material, con el fin de verificar su existencia y funcionamiento antes de apagarlos temporalmente.  Compare cada uno de ellos con un interruptor eléctrico y acciónelo de la misma forma que lo hace al apagar la lámpara de su dormitorio a la hora que decide dormir.
Localice mentalmente sus ojos.  Confirme que están cerrados.  Trate de observar la parte interior de sus párpados.  Perciba la luz rojiza que los traspasa desde el exterior.  Apague el interruptor que envía esa señal a su cerebro y abandone el lugar. 
Enfoque su atención en la boca.  Reconozca el sabor que percibe su paladar.  Una vez identificado, apague el interruptor que envía esa señal a su cerebro y abandone el  lugar.
Dirija su atención al sentido de tacto.  Recorra su piel y reconozca la temperatura que percibe.  Una vez identificada esa sensación, apague el interruptor y abandone el lugar.
Deténgase un instante en el sentido del olfato.  Aspire profundamente e identifique el olor que emana del recinto donde se encuentra.  Una vez identificado dicho olor, apague ese interruptor y abandone el lugar.
Finalmente, concéntrese en su sentido auditivo.  Trate de sintonizar los sonidos que ocurren en su entorno inmediato.  Aléjese poco a poco de ellos e intente percibir los más lejanos.  Apague el interruptor del audio y abandone el lugar.  Esta vez, concéntrese en  sí mismo.  Ensimísmese.  Vaya hacia adentro.  Vaya a su interior. 
Imagine que se eleva lentamente en espiral y trate de visualizar el cuerpo que acaba de abandonar.   
Insista en tomar altura suficiente, hasta que no pueda ni siquiera imaginar todo cuanto le rodeó.  Ya logró borrarlo. 
Mire hacia el infinito.  Descubra que no le preocupa desaprovechar el espacio ni el tiempo porque en el lugar donde se encuentra no existe ninguna de estas categorías.   
Disfrute del bienestar que le proporciona la liberación de su cuerpo.   
Sus cinco sentidos están apagados temporalmente. 
Ya no siente, sino percibe.   
Ahora no ve, sino visualiza.   
No padece las vicisitudes cotidianas:  cansancio, dolor, decaimiento, desvanecimiento, miedo, aflicción, angustia, que inciden sobre el alma y contaminan el espíritu a través del cuerpo.   
Ahora todo es energía.  Usted también es energía.  Ya no es una parte del todo.  Usted es ahora el Universo mismo.  Es energía e información, que significa la esencia de la eterna existencia. 
Ha regresado al lugar de donde procede.   
Visualice ese círculo de luz cuya presencia le regocija.  Ubíquese dentro de él.  Entréguese a todo lo que percibe, a cuanto visualiza desde allí. 
Analice el panorama que le rodea, trate de acopiar toda información que reciba.  Insista en interpretar las visiones que alcance, los mensajes que le lleguen, defina las apariciones que surjan. 
Observe las señales que se manifiesten, las imágenes o iconos que visualice aunque el impacto de los  mismos le resulte insignificante o incongruente. 
Asegúrese de que al retornar a su cuerpo recordará cada percepción recibida en este lugar, así como las impresiones que ocasionó en su ser, y que será capaz de expresar con claridad las enseñanzas recibidas para de esta manera contribuir al desarrollo espiritual de sus semejantes y el suyo propio.
Tome conciencia de que debe regresar a su cuerpo.
Comience a descender lentamente en espiral.
Visualice el lugar desde donde partió.
Deslice su espíritu suavemente, como si flotara, hasta presentir su cuerpo. 
Una vez encontrado el cuerpo, visualícelo como si lo observara en un espejo.
Decida penetrar en él.  Ingrese por la cabeza.  Continúe por su columna vertebral,  brazos  y  piernas hasta llegar a los pies.  Sienta el suelo firme. 
Concéntrese en sus oídos.  Encienda ese interruptor.  Sintonice algún sonido de su entorno hasta llegar a escucharlo con nitidez.
Visualice su boca.  Encienda el interruptor del paladar y sienta el sabor que allí ocurre.
Concéntrese en su piel.  Encienda el interruptor del tacto.  Perciba la temperatura que incide sobre su cuerpo. 
Localice el sentido de su olfato.  Encienda ese interruptor.  Respire profundo hasta que logre distinguir el olor de su entorno.
Ubíquese en sus ojos.  Sienta sus párpados.  Tome conciencia de que están cerrados y que a través de ellos puede ver una luz rojiza que los atraviesa y que procede del exterior.
Sienta que ha recuperado su cuerpo por completo y ahora se dispone a recuperar la parte del medio ambiente que abandonó y donde ahora se encuentra ubicado.
Abra lentamente sus ojos.  Reconozca el lugar.  Observe el reloj y tome conciencia de que el tiempo transcurrido desde que se ausentó de su cuerpo y permaneció en otra dimensión o estado de conciencia, nada tiene que ver con el tiempo realmente transcurrido.


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