Recuerdo de niño cuando tiraba piedritas al mar, ese hecho, fue el que me enseñó que para poder discernir una gran idea hay que visualizarla correctamente. En el momento que lo hacía y sin saberlo, estaba presente mi Maestro, su majestad, “La Naturaleza”, su manifestación, me ilustraba cómo utilizar el poder del pensamiento correctamente, siempre lo recordare, porque a partir de ahí, cambió mi manera de leer la información del universo.
En la madrugada, frente al mar, repetía mi rutina de tirar piedritas, pero ese amanecer era diferente, el mar estaba picado, parecía loco, mis piedritas parecían no tener un destino claro, una y otra, caían en las aguas sin su peculiar salpullido al romper el elemento, algo diferente al día anterior, por cada piedra que lanzaba podía apreciar claramente su estallido. Ahí, en ese instante brotó la semilla, pensé, en una mente en caos como agua turbulenta cae una idea y termina por perderse, pero en una en calma como agua serena, cuando cae, es visualizada con lujo de detalles.
Conclusión: La esencia de este suceso es la calma. Estar alertas es estar en reposo, la paz en nuestro ser, da luz. La verdad siempre será esquiva para mentes estresadas. Las creencias y el miedo generan caos en tu clarividencia. Es mil veces mejor seguir la luz porque sabemos que es luz, a no seguir la luz porque creemos que es luz.
Hay que diferenciar claramente a un intelectual de un pensador. El intelectual, sólo procesa resultados, en pocas palabras, es una maquinita que trabaja para el sistema y repite como loro lo que aprendió de otro intelectual. El pensador, es un observador innato, capitula el aquí y el ahora teniendo en cuenta eventos minuciosos de la manifestación presente, es quien evoluciona y provoca evolución, es toda una chispa creativa.
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