Redactor GHB) en Crecimiento Personal 30 julio, 2015
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“Quizá
nuestro dolor nos esté mostrando que necesitamos fijar un límite, que estamos
yendo en dirección equivocada o quizá esté disparando un profundo proceso
curativo.
Está
bien sentirnos heridos, llorar, curarnos” Melody Beattie
Yo creo
que fueron muchas las veces que en nuestra infancia nos habrán dicho: “No
llores, no pasa nada”, “Cuando dejes de llorar te compro…”, “Llorar no es de
fuertes”. Si eras niño seguro escuchaste: “Los niños no lloran”. Con estas
frases creció en el fondo de cada uno de nosotros una necesidad poco saludable
que nos indica que debemos ser capaces de ser “fuertes”, reprimiendo nuestro
llanto, nuestra angustia, pena, preocupación, dolor…, escondiendo nuestra
vulnerabilidad y el pensar que somos capaces de soportarlo todo como
“superhéroes”. Se ha creado en nosotros una especie de miedo y rechazo al
dolor. Sin embargo ya no somos niños, somos adultos y es nuestra tarea buscar
las herramientas necesarias para enfrentar nuestras penas, dolores y
angustias…, sin que esto signifique escapar de ellas.
“Hoy no
tenemos por qué temerle tanto al dolor. Éste no tiene por qué agobiarnos. Nos
estamos volviendo bastante fuertes para manejar nuestros sentimientos cuando
nos sentimos lastimados”. Melody Beattie
A veces
podemos sentir que el miedo, la angustia, la inseguridad, la tristeza nos
invaden, pero no los dejamos expresar porque cuando eramos niños quizás no nos
dieron esa libertad. Es entonces que ahora como adultos nos lo hacemos a
nosotros mismos, acallando a ese niño interior asustado, inseguro, triste que
quiere expresarse, pero ahora somos nosotros quienes no lo dejamos.
Aguantándonos, evadiendo, huyendo, luchando para no aceptar que somos
vulnerables. Tenemos nuestros días en los que lo único que queremos es llorar,
donde nos sentimos afligidos, pero no nos permitimos expresarnos con libertad.
Dejemos
de escapar, abracemos lo que nos pasa. No eres una “superwoman” ni un
“superman” que pueden con todo. Somos vulnerables, hay cosas que nos
hacen daño, que nos agobian, que nos emocionan, que nos afectan.
Si
queremos llorar, lloremos, abracemos a nuestro niño interno que se siente
angustiado por algún motivo, no le demos la espalda como quizás lo hicieron
otros con nosotros cuando eramos pequeños.
No
pensemos que por llorar un día nuestro día se verá arruinado, no tenemos la
obligación de andar con una sonrisa en la cara sabiendo que nos quebramos por
dentro. Ahora con el tiempo he aprendido que el dicho que dice “Al
mal tiempo buena cara”, no quiere decir que sonriamos porque sí, aunque
sepamos que lo único que queremos es llorar, expresar nuestra pena o
dolor…, no es esconder que nos hemos visto afectados por algo, no
significa darle la espalda a mi tristeza, a mi miedo…Para mí este
dicho significa tener la capacidad de permitirte experimentar con plenitud
todas tus emociones, que cuando tenemos una dificultad somos fieles a nosotros
mismos permitiéndonos el regalo de sentir, porque si lloro un día no le
hará mal a nadie, menos a mí.
Significa
sacar un aprendizaje de nuestros momentos no tan buenos, sin que esto
signifique negarme la posibilidad de sentir mi dolor, de sentirme
vulnerable. Las emociones se vuelven negativas no cuando permitimos
expresarlas, sino cuando en esa expresión nos desbordan de tal manera que
interfieren de manera negativa en nuestra vida por falta de herramientas para
su regulación. No es lo mismo llorar un día porque me despidieron del trabajo,
permitirme sentir la rabia, la decepción, la frustración que esto me pudo
originar, que pasar llorando un mes por la misma situación y no poder
superarlo.
“Lo
único que necesitamos es que cuando sea apropiado, nos permitamos sentirnos
vulnerables para sentirnos heridos y tomemos responsabilidad de nuestros
sentimientos, de nuestras conductas y de lo que necesitemos hacer para cuidar
de nosotros mismos. No tenemos que analizar nuestros sentimientos ni
justificarlos. Necesitamos sentirlos y no dejar que controlen nuestra
conducta”. Melody
Beattie
El
mejor regalo que podemos dar a nuestros hijos es permitirles expresar sus sentimientos
libremente sin restricciones. Cuando tengan ganas de llorar que lloren, cuando
quieran reir que rían…Nuestra tarea como padres y guías es y será cobijarlos,
apoyarlos, acompañarlos, sostenerlos; darles las herramientas para que puedan
expresar estas emociones sin que lleguen a hacerse daño a sí mismos ni a los
demás, darles las herramientas para su regulación. Ojalá llegue el día en que
las frases: “No llores, no pasa nada”, “Los niños no lloran”, “Llorar
es de niñas”, y otras cuántas más queden eliminadas de nuestro vocabulario.
Que no
nos de miedo que nuestros hijos nos vean llorar, no nos escondamos, si ellos
ven que nosotros aceptamos estas emociones lo harán ellos también. Junto con
esto expliquémosles que la gente también llora por diversos motivos y que el
sentir pena, dolor, tristeza, miedo es válido. Esto les permitirá aceptar sus
emociones, el llanto en este caso como algo natural, algo de lo que no hay que
avergonzarse. Y el día de mañana les ayudará a gestionar y regular sus emociones
de manera saludable. Se permitirán sentir en plenitud, sin esconder ni
rechazar lo que sienten. Aceptarse con sus miedos, aflicciones…, ser
auténticos.
Enseñémosles
a ser fuertes permitiéndoles que acepten y abracen su vulnerabilidad…
“Estar
en recuperación no significa ser inmune al dolor; significa aprender a cuidar
amorosamente de nosotros mismos cuando nos sintamos dolidos”. Melody Beattie
Por Evelyn E.
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