El séptimo velo y la noche oscura del alma
Por David Topí
Siguiendo el hilo del último post, siempre me ha intrigado el concepto
expuesto por diferentes autores y conocido como “la noche oscura del alma”,
frase atribuida a San Juan de la Cruz, título de una serie de poemas que
escribió aproximadamente por el año 1570.
Este concepto, se asocia
al proceso interno que vive una persona cuando empieza a desmontar aquella
parte “oscura” de su alma, eso que hemos llamado “la sombra”. P. D. Ouspenky decía:
"Cuando un hombre
comienza a conocerse a sí mismo, poco a poco podrá ver en sí mismo muchas cosas
que le causarán horror. Mientras un hombre no se horrorice de sí mismo aún no
sabe nada sobre sí mismo."
En sus poemas, San Juan de
la Cruz, hace referencia al viaje arquetípico que realizó cuando fue en busca
de su comunión con lo “divino”, purgando su alma, para deshacerse de todo
aquello que no era parte de su esencia, sino construcción artificial por la
programación del mundo material.
Evidentemente, la forma en
la que los místicos religiosos de la época harían esta “limpieza” de la sombra
no tiene nada que ver, imagino, a como la hacemos nosotros ahora, o como creo
que lo tengo que hacer yo, que no es más que a base de mucha introspección
personal en lo mas recóndito y oscuro de mi, con sanación energética, con
meditación, dialogo interior, etc., etc., para sacar a la luz, aceptar,
comprender y transmutar, aquello que me impide rasgar por completo el séptimo velo y romper las estructuras artificiales de
la personalidad y los límites a la expansión de la conciencia.
En este aspecto, algunos
de esos mismos místicos del pasado también dejaron escrito que, el trabajo y el
proceso de la noche oscura del alma, es algo que acompaña a todo aquel que se
adentra en el proceso de conectar con su esencia, a lo largo de toda la vida,
de forma perpetua, e imposible de completar jamás del todo.
Los dos ciclos de la noche oscura
El proceso de trabajo con
la sombra se puede dividir en dos mitades, o en dos ciclos. El primero, es el
descenso al inframundo interior de cada uno, donde la personalidad egoica en
sus facetas negativas es rota en pedazos, mediante tremendos esfuerzos y
choques externos que dejen hecha añicos una parte de las oscuras y rígidas
estructuras mentales establecidas a lo largo de la vida.
Yo he recibido ya dos
choques de este estilo, y, si no lo has vivido, no se puede explicar lo que se
siente. Un martillo rompiéndote por dentro seria una buena descripción, pero
tampoco se acerca realmente a la sensación que produce sentir como se desmonta
un parte de ti. Estas partes, luego, se tienen que transmutar, y las
piezas rotas deben recomponerse para mantener el conjunto de tu psique estable
y funcional, pero sin la carga negativa asociada que poseían antes.
Aquello que se ha
liberado y deja hueco, debe volver a llenarse, esta vez con las partes
“positivas” de uno mismo.
Este proceso de sacar la
sombra, y romper sus estructuras energéticas puede producir sensaciones
extrañas de perdida (pues te han arrancado una parte de ti que siempre ha
estado ahí y notas que te falta), de desespero, tristeza, de dolor, etc.
Es cuando uno se da cuenta de que realmente se ha iniciado el primer ciclo de
esa noche oscura, que, cuando se ha completado, por otro lado, da paso a
emociones que son todo lo contrario: alegría, felicidad, ligereza, limpieza
interior, paz…
Cuando uno ha terminado
esta primera parte del ciclo, que puede durar una eternidad, dicen que entonces
se inicia la segunda, que es volver a sacar a la superficie, dejando atrás el
inframundo interior ya más o menos descompuesto y parcialmente liberado, limpio
y transmutado, la esencia pura de cada uno, despertando la conexión total con
el ser del que venimos, y la manifestación de su “conciencia” en la nuestra,
pues uno ya no tiene una personalidad artificial y egoica que tome los mandos,
sino que, entonces, es nuestro Yo superior quien lo hace y el ego simplemente
“obedece”.
La diferencia, es que,
ahora, la visión que teníamos del mundo anterior al proceso está muerta, ha
desaparecido, porque se ha roto el séptimo velo, y uno inicia la nueva etapa
con una perspectiva completamente diferente, evidentemente, si todo el proceso
que se ha hecho durante el primer ciclo, ha tenido éxito.
El proceso de ruptura de
la sombra tiene efectos muy negativos al principio, no en vano es la parte que
nos ha sostenido y defendido a lo largo de centenares de encarnaciones a través
del día a día, pero también es verdad que, una vez rota, rápidamente, aunque
sea de forma momentánea, dure solo unas horas o unos días, se experimenta una
sensación de felicidad y alegría sin par, pues, estando también presentes en
ti, esas emociones, tienen menos barreras para expresarse con mucha más
libertad. Suele ser un estado de “happy happy” con todo lo que te rodea.
Dicen aquellos que ya se han
adentrado lejos en el sendero que conduce a través de la noche oscura del alma,
que el ciclo entero de la transformación, y su propósito final, reintegra al
iniciado con su esencia primordial, y le proporciona una nueva y renovada
auto-imagen, hacia si mismo y hacia los demás, integrando espíritu y
materia.
Decía Don Harkins en aquel artículo sobre los 7 velos, que muy pocas personas
en el mundo llegan a romperlo y atravesarlo, y ahora comprendo porqué es, ya
que, si llegar hasta el sexto es complejo para algunas personas, pero se puede
hacer en base a trabajo exterior e interior, para romper el séptimo no hay que
salir fuera, sino entrar dentro, muy dentro, al inframundo que existe en
nosotros, donde reside la sombra, y no dejar títere con cabeza hasta que esta
haya sido desmontada, transmutada y sanada.
Rompiendo el séptimo velo
¿ Y a que hacía referencia
el séptimo velo? Esto decía en el artículo sobre “¿Porque no vemos esa otra realidad?
“El séptimo velo: No sé lo
que hay detrás del séptimo velo. No lo he podido penetrar. Pero creo que es la
percepción que tiene el alma de la persona, libre de todo filtro mental, que ha
evolucionado hacia un estado tal, que ve la realidad de forma muy diferente a
los demás, una especie de Gandhi iluminado que se pasea por el mundo
despertando a todos a su alrededor sin restricción alguna.”…
Echando la vista atrás, en
Marzo del 2013 escribí, al final de ese artículo, sobre los velos que nos
impiden ver esa otra realidad, esto:
“Quien escribe ha roto
muchos velos en los últimos años, algunos de golpe. El sexto, el más reciente,
a raíz de mi trabajo haciendo terapia energética y tener que lidiar
directamente con entidades no corpóreas, y a raíz de encontrar más y más
información sobre el control no “humano”, pero aún es un tema del que cuesta
hablar abiertamente. En todo caso, pocas personas que no hayan roto el mismo
número de velos que tu podrán entenderte, por lo que cualquier esfuerzo de
explicación es fútil a no ser que esas otras personas deseen hacer el esfuerzo
para quitarse vendas energéticas y mentales que bloquean la percepción de su
realidad a niveles mucho más profundos”.
Cuando se rompió mi sexto
velo hace algunos años y empecé a lidiar con la realidad del mismo, mi mundo no
sufrió grandes cambios, ya que la progresión en la percepción cada vez más
amplia de lo que sucede en el planeta se había dado de forma natural, y sin
grandes shocks o sobresaltos. Además, como mi círculo de amigos y entorno más
cercano seguía mi mismo ritmo más o menos, siempre nos hemos entendido a la
hora de poder hablar de lo que sucede y vemos ahí fuera sin grandes
preocupaciones o alteraciones.
Debido a un sentimiento de
seguir trabajando sin descanso en uno mismo, de seguir creciendo y
evolucionando, hace no mucho, se activó la necesidad de ir a por el último
velo. Este último velo es la batalla final por recuperar la esencia de lo que
fuimos, es la vuelta al origen. El proceso pasa por desmontar la fachada egoica
y mental de la personalidad, pues hemos de entender que ese es el séptimo
velo.
¿Cual es el problema con
esto? Pues que por otro lado, simultáneamente, también he entendido que existe
un peligro inherente a este proceso, pues, como decía en el artículo anterior:
La ironía aquí es
increíble: aquellos que ven la vida detrás de los velos 1 al 5 no tienen
ninguna otra opción que percibir a los que han roto el velo número seis
como locos, insanos, y paranoicos. Con cada filtro roto, exponencialmente una
gran cantidad de gente que empieza a ver la realidad “real” es declarada
paranoica, pues pasan al otro lado de la barrera de la forma en la que ven el
mundo. Y para añadir más a la ironía, cuanto más intenta alguien que ha
conseguido eliminar el velo número 6, explicar lo que ve a aquellos que no han
llegado a eliminar ese filtro de sus vidas, mas insano y loco aparece ante
ellos.
Si esto sucede con la
mayoría de personas que llegan hasta el velo número 6, ¿Que pasará cuando
alguien rompe su velo número 7 y dejas de ver la realidad, a priori, como la
ven todos aquellos que están detrás de los velos anteriores? ¿Puede entenderte
alguien en esta matrix que no lo haya roto también, ya que tu forma de percibir
las cosas será radicalmente distinta a la de los demás?
Creo que el Don Juan de
Carlos Castaneda quería llevar a este último a romper también todos estos
velos, siendo él un exponente de quien ve la vida sin ninguno de ellos, pero,
irónicamente, siendo visto como un loco excéntrico por la mayoría de aquellos
que no estaban a su mismo nivel.
Y es que, como dicen los
masones, V.I.T.R.I.O.L. “VISITA INTERIORA TERRA RECTIFICANDO INVENIES OCCULTUM
LAPIDEM” – visite el interior de la tierra y rectificando encontrará la
piedra oculta, que viene a ser lo mismo que cava en tu propia alma para
encontrar la sabiduría que uno lleva dentro.
Y otras dos referencias.
Decía Jung: “Uno no alcanza la iluminación fantaseando sobre la luz sino
haciéndose consciente de su propia oscuridad”, y complementaba Hazrat
Inayat Khan, el fundador del sufismo universal: “no puede haber renacimiento
sin una noche oscura del alma, una aniquilación total de todo lo que creías y
pensabas que eras”.
Tal
cual.
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