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Al norte
de la India, formando parte geográfica del Pakistán, en las estribaciones de
los montes Himalaya, en una especie de esquina donde convergen los límites del
Antiguo Afganistán, la antigua Unión Soviética y China, se encuentra el
legendario país Hunza. Su topografía es imponente y difícil: escarpadas
montañas cubiertas de nieve aun en el verano; desfiladeros en medio de
precipicios de miles de metros; torrentes alimentados por los glaciares más
grandes del mundo, después de los de las zonas polares. En medio de aquel
paisaje imponente e inhóspito vive un pueblo de poco más de treinta mil
ciudadanos libres, saludables, alegres, amistosos y longevos. Allí han estado,
prácticamente aislados del mundo, durante más de dos mil años. Se afirma que
los ejércitos de Alejandro el Grande perdidos en la montaña, encontraron
refugio en el país Hunda; se casaron con mujeres del lugar y forjaron una nueva
raza. Los hunza son de piel más clara que la de todos sus vecinos.
Los
habitantes del pueblo Hunza, ubicado en la frontera de la India y Pakistán, se
parecen físicamente a los europeos, aunque hablan su propio idioma -el
burushaski- que no se parece a ningún otro en el mundo, y profesan un islam
especial, el ismaelita, informa Marketium.
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Pero
lo que más llama la atención de esta pequeña nación escondida entre las
montañas es su capacidad de mantener su juventud y salud. Los hunza se bañan en
agua helada incluso a 15 grados bajo cero y juegan a juegos deportivos incluso
hasta los 100 años. Las mujeres de 40 años parecen adolescentes y a los 65 años
dan a luz. En verano comen frutas y verduras crudas, y en invierno,
albaricoques secos, granos germinados y queso de oveja.
El
médico escocés Robert McCarrison, que describió por primera vez el "valle
feliz", hizo hincapié en que los hunza casi no consumen proteínas. Al día
comen en promedio 1.933 calorías, en las que se incluyen 50 gramos de
proteínas, 36 gramos de grasa y 365 gramos de carbohidratos.
Según
las conclusiones de McCarrison, la dieta es el factor principal de la
longevidad de esta nación. Por ejemplo, las naciones vecinas, que viven en las
mismas condiciones climáticas pero no comen adecuadamente, padecen una variedad
de enfermedades y tienen una esperanza de vida dos veces más corta.
El
médico inglés Sir Robert McCarrison, ex director del Consejo de Nutrición de la
India (cuando ese país era aun una colonia británica), fue el primero en hacer
un estudio serio del país Hunza. Después de tres años de vivir entre ese
pueblo, dijo que no pudo observar un solo caso de cáncer, de ulcera gástrica,
de apendicitis y de otras enfermedades características del mundo occidental.
Las epidemias que asolaban a los países vecinos no afectaban a la gente del
valle Hunza, lo cual no se debía a cuestión del clima, porque en los países
cercanos de clima similar, abundaban las enfermedades. Tampoco se debía a la
raza o a la herencia genética porque los hunzas que emigraban a otros lugares y
cambiaban su alimentación adquirían después de un tiempo las mismas
enfermedades occidentales.
McCarrison
se trasladó a vivir durante 10 años al valle hunza, para estudiar e investigar
directamente y de primera mano, la razón de su extraordinaria salud física y
mental. Con sus investigaciones dedujo que entre la verdadera salud humana y lo
que en el mundo moderno consideramos como salud, existe una gran diferencia,
con múltiples estados intermedios. Dice la doctora Kousmine y agrega: “si la
salud de los hunzas representa la norma para el género humano, lo que llamamos
de esa manera, no corresponde a la salud verdadera. Lo que consideramos
usualmente como salud, es solo un promedio de quienes no se consideran
enfermos, un dato estadístico, o un estado variable en constante descenso en la
actualidad.
Tras un
estudio exhaustivo de todos los factores y variables capaces de influir en el
estado de salud de los hunzas tales como raza y herencia genética, higiene,
alimentación, actividad física, y diversos factores medioambientales,
McCarrison concluyó que el elemento causal, decisivo y fundamental de la
extraordinaria salud, vitalidad y longevidad de los hunzas, es su alimentación,
determinando que este es el factor clave.
La salud
de los hunzas, concluyó el doctor McCarrison, se debía principalmente, a un
modo correcto de alimentarse, incluyendo desde la forma de cultivar sus tierras
con abonos exclusivamente orgánicos, sin usar jamás productos químicos que
podrían producir una más abundante cosecha, a costa de disminuir la calidad
nutritiva de los productos alimenticios. (McCarrison, Nutrition and National
Health).
Por su
parte, otro especialista, R. Bircher, señaló que el vegetarianismo es la clave
de su bienestar. Las frutas y verduras predominan en la dieta, los productos
son completamente naturales y tienen periodos regulares de ayuno.
Sobre el
secreto de su longevidad, los habitantes de Hunza recomiendan mantener una
dieta vegetariana, trabajar y moverse constantemente. Entre otros beneficios de
este modo de vida figuran la alegría –los hunza siempre están de buen humor– y
el control de los nervios, no conocen el estrés.
Sir
Aurel Stein, McCarrison, R. C. F. Shoemberg y John Clark (este último en su
obra Hunza, el reino perdido en los Himalayas), concuerdan en los siguientes
datos:
1) El
pueblo Hunza conserva una salud perfecta hasta mas allá de los cien años;
2) No se
considera una rareza el que el hombre engendre a los noventa años de
edad;
3) Las
mujeres de setenta años de edad tienen por lo general la apariencia de una
europea de cuarenta;
4) No
existen obesos;
5) El
promedio de vida es de 120 años;
6) Hasta
pocos días antes de morir las personas conservan todas sus facultades físicas y
mentales;
7)
Personas de mas de setenta años recorren hasta cien kilómetros, subiendo y
bajando montanas, solo con breves intervalos de descanso, en una sola jornada,
y al otro día están en su trabajo sin señales de agotamiento;
8) No
hay vehículos. Toda la carga se transporta hombros a cuesta;
9) Las
mujeres hacen casi tanto ejercicio como los hombres y recorren veinte
kilómetros subiendoprecipicios y no se considera extraordinario para una abuela
tener noventa años.
La
alimentación de los hunzas está constituida por granos enteros, toda clase de
hortalizas, en especial la lechuga, frutas secas molidas con trigo entero (la
fruta más abundante es el albaricoque y lo comen durante todo el año,
deshidratándolo al sol para consumirlo en el invierno), leche de cabra,
perfectamente agria, y queso sin salar. También comen papas asadas con cascara
y nunca fritas. Jamás consumen azúcar ni pan blanco, ni otros derivados de la
harina refinada como pastelería o dulcería, y tampoco conservas envasadas.
El
ejercicio no es ocasional entre ellos. Lo que un excursionista de otro país
consideraría una hazaña, es realizado todos los días por ancianos, mujeres y
niños. Para el simple hecho de atender las siembras en sus pequeñas parcelas
diseminadas entre los montes escarpados, necesitan hacer largas caminas bajando
y subiendo empinadas pendientes.
No usan
drogas ni vacunas de ninguna especie.
El agua
que beben es la acumulada en las montanas, con toda la pureza y ligereza del
agua de lluvia, sin residuos de los minerales inorgánicos que endurecen las
arterias.
Bebe
vino de frutas como único licor. Según el doctor Allen E. Bunic en su libro Hunza
Land, solo el dos por ciento de la población adulta fuma y lo hace en pipas.
Pero el
doctor McCarrison no atribuye la exuberante vitalidad de los hunza
exclusivamente a su alimentación natural, con un mínimo de alimentos cocinados
y un noventa por ciento de comida cruda. El ahonda más en el tema y sostiene
que esa vitalidad comienza en la tierra misma, cultivada en terracerías y a
base de abonos orgánicos más o menos en una proporción de tres cuartas partes
de hojas y tallos, es decir, vegetales, y una cuarta parte de abono de otra
clase. Un método empleado en muchas regiones del mundo, con abonos a base de
compota o abonos orgánicos.
La
terracería en forma de gradas o escaleras en las laderas de las montanas, hace
que en cada una de ellas se sedimenten sustancias que son traídas de la parte
superior de la loma donde están situadas: esta sedimentación trae no sólo
materia orgánica, sino polvo de roca que la tierra suple a la planta en
conjunción con los demás elementos y que luego la planta sintetiza a en forma
orgánica en su propia sustancia y en sus productos, brindando un alimento
superior en calidad.
El mismo
medico investigador señala que desde la primera infancia los niños reciben una
nutrición natural, puesto que las madres le dan el pecho por tres años a los
varones y durante dos a las mujeres. El efecto nutricional y psicológico de una
larga lactancia ha sido comprobado en tal cantidad de estudios científicos, que
no es del caso discutirlo ampliamente aquí, cuando existen docenas de libros al
respecto; pero el resultado de esta larga lactancia no se reduce a una salud
física más robusta, sino a un carácter más estable, debido a un sistema
nervioso mejor nutrido por los insubstituibles elementos d la leche materna y
por las impresiones psíquicas de amor, protección y seguridad que se graban en
el niño cuando se desarrolla todo el mecanismo de la lactancia, en el que
intervienen el arrullo, el abrazo, el acunamiento, el calor y el contacto
directo entre el niño y la madres, que le otorga su pecho. Negar su alimento
natural al niño, con el pretexto de que las formulas “científicas” pueden
substituirlo, es un crimen social. Las mujeres que hacen eso conservan mejor
sus pechos pero dan al mundo seres que ni fisiológica ni emocionalmente podrían
ser totalmente normales.
fuente
:nutriterapia.cl/
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