• por Amanda
el junio 26, 2014
•
Estar de buen humor,
sentirse bien, vivir en un punto de equilibrio entre tensión y relajación, esta
es una meta que la mayoría de las personas consideran inalcanzable en su vida
diaria.
Un estado de mal
humor causado, quizás, por dificultades en el trabajo acaba provocando dolores
de cabeza y acidez de estomago. Los dos dolores y malestar físico no ayudan
precisamente a ponerse de buen humor ni estimulan la concentración o la
creatividad…..y así se crea un círculo vicioso cuya salida no hay que buscarla
en analgésicos u otros medicamentos.
Si algo va mal en nuestra
mente, o espíritu, y nos empeñamos en hacer caso omiso de sus avisos, nuestro
cuerpo seguirá pagando las consecuencias.
Con los aceites
esenciales podemos tener fácilmente un bienestar general que nos ayuda a
aliviar las molestias físicas.
Poner un par de
gotas en un evaporizador es tan fácil como tomarse una pastilla, conectar la
televisión o abrir una botella... pero el efecto es completamente diferente.
Los aceites
esenciales podemos emplearlos a diario para que nos proporcionen una
determinada sensación de bienestar, pero teóricamente la aromaterapia en
términos estrictos es una rama de medicina natural, que se emplea para tratar
dolencias físicas o mentales considerando al ser humano como un ente completo
formado por cuerpo, mente y espíritu. Al contrario que la medicina
convencional, la medicina naturista da más importancia a sanar al ser humano
como ente completo que a eliminar los síntomas de la enfermedad.
Los aceites
esenciales contienen numerosos polivalentes principios activos por lo que son
especialmente indicados para este tratamiento integral. Influyen positivamente
en el bienestar mental y espiritual, refuerzan las defensas y sanan muchas
dolencias.
Tienen multitud de
aplicaciones en forma de cremas, lociones corporales, y se obtienen también
cantidad de efectos. Sus ingredientes, además de las propiedades para el
cuidado de la piel y del cabello siguen siendo activos a nivel físico y mental.
Por ejemplo poner crema de rosas en la mañana produce un efecto balsámico, para
piel y mente.
La forma de obtener
el aceite esencial de una planta depende de la planta de la que haya que
extraerla. El método más común es la destilación al vapor, en una destilería se
hace que la planta libere sus esencias en agua hirviendo o en vapor de agua. El
aceite esencial suele ser más ligero que el agua, por lo que flota sobre esta,
y puede ser fácilmente retirado. Este agua llamado hidrolato, tiene unas
propiedades similares a las del aceite.
Para obtener
esencias más concentradas se suele emplear el método de la extracción, las
flores son colocadas en un recipiente por el que se las hace circular un
disolvente que arrastra todos sus aromas, colorantes y ceras. Este disolvente
se destila a continuación hasta obtener una sustancia semisólida que será
disuelta en alcohol para volver a destilarla y obtener finalmente un aceite
esencial de gran calidad.
Los aceites
esenciales no se parecen en nada a los aceites grados que todos conocemos (como
el aceite de oliva), pues se evaporan por completo sin dejar rastro. Si se
vierten unas gotas de aceite esencial sobre un papek aparecerá una mancha
húmeda que no tardara en desaparecer, mientras que los aceites grasos, dejan
siempre una mancha de grasa.
El olfato es el más
antiguo de nuestros sentidos. Que se tratara el primero en aparecer a nivel
evolutivo, es algo que podemos comprobar actualmente en cualquier bebé, se guía
por el olfato antes que por cualquier otro sentido.
Cuando decimos que
algo es muy sabroso, solemos referirnos más al olor del plato que a su sabor.
Con el sentido del gusto solamente podemos identificar si algo es dulce, o
salado, ácido, o amargo, todo lo demás lo captamos mediante el olfato. Por eso
cuando estamos resfriados no notamos el sabor de los alimentos.
Cuando se emplean
aceites esenciales para aliviar alguna dolencia, estos actúan simultáneamente
sobre el cuerpo y la mente, y su agradable aroma influye mucho en ello. De
hecho, es precisamente a través del olfato como se llega a la mente. Pero...
¿una medicina puede tener buen olor?.
Normalmente los
aromas más efectivos suelen ser los más intensos y de mayor fragancia, pero nos
cuesta aceptarla como curativos, precisamente por el hecho de que no huelen a
medicinas. La mayoría de las personas siguen pensando que los productos
medicinales han de ser amargos y desagradables.
Los aceites
esenciales son remedios muy efectivos, por lo que debemos emplearlos con el
mismo cuidado que los medicamentos.
Si usted tiene la
piel muy sensible, o es propenso a reacciones alérgicas, será mejor que antes
de cada aplicación compruebe su tolerancia. Para ello póngase una gota del
producto en la flexura del codo. Si se produce un enrojecimiento será señal de
que hay que ir con cuidado. Por lo tanto hay que elegir productos de primera
calidad.
ACEITE DE ALOE VERA.
Mejora la
circulación y el metabolismo, desintoxica, regula el grado de humedad de la
piel y la regeneración celular, tiene efecto relajante y es apropiado para
pieles sensibles.
ACEITE DE HIERBA DE SAN JUAN.
Es un aceite con
grandes virtudes curativas, estimula la digestión, refuerza el sistema
inmunitario y tranquiliza los nervios y estado de ansiedad.
ACEITE DE YOYOBA.
Es muy útil para el
cuidado de la piel, dado que contiene muchos minerales y vitaminas. Es
antialérgico, regula el grado de humedad de la piel y protege su capa ácida. Es
adecuado para cualquier tipo de piel y se absorbe rápidamente. Excelente como
aceite base (portador), para perfumes.
ACEITE DE NUEZ DE MACADAMIA.
Su elevado
porcentaje en ácidos grasos insaturados hace que el organismo lo acepte muy
bien. La piel lo absorbe rápidamente, la regenera y la alisa, proporcionándole
un gran brillo. Es muy apropiado para la piel en fase de envejecimiento.
BERGAMOTA.
Tranquilizante,
relajante, estimulante, ayuda a elevar el estado de ánimo y disipar temores. Es
un buen antiséptico, baja la fiebre, y elimina calambres musculares.
CILANTRO.
Reconfortante,
estimulante, ayuda a eliminar gases.
ENEBRO.
Antiséptico,
diurético, astringente, desintoxica y limpia.
LAVANDA.
Equilibrante,
relajante, tonificante y refrescante, antivírica, antiséptica, cicatrizante,
estimula la circulación, elimina calambres, cura las quemaduras y alivia las
picaduras de insectos.
LITSEA.
Estimulante,
antidepresivo, vitalizante, vigorizante, ayuda a combatir los calambres y los
gases, es bueno para el cuidado de la piel.
POMELO.
Estimulante,
tonificante, refrescante, ayuda a bajar la fiebre y a eliminar calambres,
antiséptico y desinfectante.
ROMERO.
Estimulante,
refuerza la memoria, estimula la circulación, alivia los calambres y los dolores,
expectorante, muy antiséptico, regula el metabolismo.
SANDALO.
Ayuda a combatir la
ansiedad y la tensión nerviosa, tranquilizante, regenerante.
TOMILLO.
Es un potente
antiséptico, limpia, estimula el sistema inmunitario, tiene acción
expectorante, favorece la circulación, estimula el apetito y refuerza la
memoria.
Las personas que se
sienten felices consigo mismas, con su entorno y consiguen llegar a un estado
de equilibrio entre tensiones y relajación, es difícil que lleguen a enfermar.
La mayoría de las enfermedades son advertencias de que algo falla en nuestro
sistema.
Los aceites
esenciales no sirven para curar enfermedades graves, tales como el cáncer y la
neurosis. Pero dado que los masajes y los aromas agradables siempre
proporcionan una sensación de bienestar, puede emplearse aceites relajantes con
el vaporizador, o en forma de lociones corporales.
Sentirse bien siempre es de gran ayuda en cualquier
proceso de curación.
Fuente: Monika
Werner
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