Pertenecían a una escuela de Alta Sabiduría del antiguo
Egipto de la época Pre-Histórica (en el lejano neolítico); constituían una
vasta Institución científica y filantrópica consagrada al desarrollo de las
elevadas facultades del espíritu y el bien de la Humanidad. Esta vasta
Institución, especie de Sociedad Científica y Comunidad religiosa digámoslo así
pero que no poseían más religión que la Justicia, la Verdad y el Bien, eran
auténticos Misioneros de la Sabiduría y el Amor.
Los primeros fundadores de dicha Comunidad pertenecieron
a un núcleo emigrado de ATLÁNTIDA, azotada por las aguas, que a esa altura ya
empezaba a dormir su sueño eterno en la profundidad de los mares, acompañando
en ese sentido al perdido continente lemuriario hundido siglos atrás bajo las
aguas del entonces Mar Sereno (Océano Pacífico de hoy); que lograron refugiarse
en las cavernas de las montañas del Noreste africano, donde los gigantescos
picos del Revenzora les dieron refugio por tres siglos, hasta que poco a poco
fueron construyendo Santuarios donde impartían sus enseñanzas, adonde podían
acudir gente de todas las razas y condiciones sociales.
Adoptaron como símbolo
y genio inspirador para la obra que comenzaban a NUMÚ, un pastor de ovejas que
vivió en la ciudad de Mirt-ain-Mari (que significa "Mirando al mar",
la ciudad del continente lemur de muchos milenios atrás de la época que nos
estamos refiriendo, continente que el Mar Sereno (ya referido) había
tragado.
En su labor misionera y civilizadora pronto los Kobdas se vieron
obligados a ser maestros, médicos, árbitros, administradores y consultores de
aquellas poblaciones de aquellas tribus entre las cuales no había aún una idea
bien definida respecto al origen y destino del ser y mucho menos de las leyes y
fuerzas que la gobiernan. La elevación moral e intelectual de los Kobdas les
dio pronto un gran ascendiente sobre aquellas multitudes que comenzaban a
mirarles como a seres extraordinarios. Toda la antigua sabiduría de Oriente no
reconoce otra cuna ni otro origen que éste y de ahí la notable semejanza en los
principios fundamentales de todas las antiguas filosofías y religiones.
Los
Kobdas, incansables buscadores de la Sabiduría y de la Verdad, una única dicha
podían ambicionar: la de hacer la dicha de los demás y fueron decididos
cultivadores del espíritu y apóstoles de la redención humana terrestre de
aquella remota época donde existían muchas barbaries y costumbres que rayaban a
la altura de lo monstruoso. Aquellos hombres y mujeres, incansables buscadores
del por qué de todas las cosas, que marcan rumbos y derroteros a las almas y a
las humanidades, enseñaban que cada civilización, cada colectividad, cada raza,
cada individuo, viene a la vida terrestre con un programa a cumplir y que de su
buen o mal cumplimiento, dependerá luego la evolución, el progreso, el triunfo,
la grandeza colectiva e individual; y que la falta de ese cumplimiento acarrea
la ruina, la degeneración, el exterminio, el aniquilamiento, la desaparición de
civilizaciones, dinastías, razas y doctrinas sustentadas por ellas.
Apóstoles
de la Paz y el Amor, aquellos hombres y mujeres que constituían la Hermandad
Kobda tenían entre sus postulados lo que constituía la frase y el lema más
común y máximo en ellos: "El AMOR ES EL MAGO DIVINO QUE SALVA TODOS LOS
ABISMOS".
El término KOBDDA o KOPTO significaba según ellos
"CORONA", o sea lo más alto a que puede llegar el ser humano en la
tierra y para ello debía empezare por dominar en absoluto sus pasiones, por eso
corona de justicia, de amor y de paz debía ser la vida del Kobda y aún de
aquellos Kobdas que llegaran a ser dirigentes de pueblos. El nombre KOBDA en la
lengua usada por ellos también significaba la frase: "EXTRAER DEL FONDO DE
TODAS LAS COSAS LO MÁS HERMOSO QUE HAY EN ELLAS", lema que era un poco la
brújula en sus vidas entre ellos y de relación ante los demás; frase que se
aplicó muchos siglos antes a los que extraían los metales preciosos del seno de
las montañas, y a los que extraían las perlas del seno del mar, pero que los
Kobdas lograron aplicarla a toda manifestación de vida, aún en aquellas
situaciones dolorosas, angustiantes o lamentables que no parecían tener
solución.
LOS CABALLEROS DE LA ORDEN DEL SOL
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