•por Loba
maya el enero 10, 2015
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Dicen
que así como un pez que nunca ha salido del agua, no sabe que está en el agua,
de la misma
forma el ser humano que deambula dormido y
nunca ha experimentado un instante de despertar,
tampoco sabe que está dormido. Y así como
el pez ignora que está en el agua porque está identificado
con ella, de la misma forma el yo esencial
está identificado con la actividad mental de su persona. Es
decir, que para conocer la mente, habrá que
“salir” de la propia mente y observarse desde algún lugar
diferente, más elevado y des-implicado. Y
dado que el ojo no se ve a sí mismo, si queremos ver al ojo, habrá
que trascenderlo y observarlo desde algo
que no sea dicho ojo. Así pues, para conocer a una mente
que confunde la Realidad con lo que ella
proyecta, se deberá trascender a ésta y proceder a observarla
desde un promontorio más elevado. Un
yo-Observador que no es la mente, sino LO que ve a la mente.
Dicen también que la mente es la gran
“fabricante” de lo que llamamos realidad y la intérprete de la
percepción. De hecho, tal realidad se
conforma en el tálamo cerebral mediante un proceso de
escenificación que éste codifica con los
impulsos eléctricos que los sentidos captan del “ahí fuera”. Una
escenificación que no tiene necesariamente
que suceder cuando nuestros sentidos captan objetos del
exterior, sino que también se produce
mientras nuestro cuerpo duerme con todas sus consecuencias
reactivas de pánico, sudor, goce, placer,
sonrisa, ritmo cardíaco... que dan realidad al durmiente.
José María Doria
Saludos.
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